Profesor Sísifo (2020)
Álex Saldías (1993)
La Pollera
ISBN 9789566087151
115 páginas
En Profesor Sísifo nos encontramos con un recién egresado de la universidad, que comienza a ejercer como profesor. Es apenas un veinteañero, ilusionado con llegar a convertirse en un maestro, que cree en la oportunidad de transformar el mundo a través de la educación. El asunto es que, como todos sabemos, este no es cualquier sistema educativo, sino que es el sistema educativo chileno, y ese es un bemol significativo.
—Uy, que lesea, profe —me respondió—. Mire, ahí está, ahí hay un microcuento. «Había una vez-truz» ¿Entiende? Había un-avestruz. ¿Que lo acompañe con un dibujo? Perfecto, ahí está.
Este tipo de relatos no es nada nuevo en la literatura. Usualmente retratan la vida en las salas de clase, tienden a compartir un tono de desánimo y vulnerabilidad, normalmente exponen a alumnos aburridos, marginales, derribados por las imposibilidades de un sistema educativo que no intenta realmente impartirles ninguna educación sino que, cuando mucho, logra transmitirles las respuestas de una serie de pruebas estandarizadas que permite a sus sostenedores decir que cumplen con su supuesta misión.
En Profesor Sísifo hay poco de eso, y se agradece profundamente. El foco de la narración, en este caso, no está puesto en los estudiantes, sino que derechamente en el joven profesor, que es apenas algo mayor que sus alumnos y que se sabe incapaz de aconsejar como se espera de él, y pequeño para la misión que ha elegido, en la que cree profundamente, pero que rápidamente le muestra sus reveses.
Vemos la angustia del profesor al intentar ni siquiera enseñar a sus alumnos, sino que más básico aún, encontrar un trabajo. Y una vez que lo ha encontrado, intentar mantenerlo por un año más, para no caer presa de la rotación anual a los que los sostenedores someten a tantos profesores. Y mantenerlo no significa necesariamente convertirse en un profesor inspirador, modelo y ejemplo, sino que significa mantener una imagen corporativa, el pelo como es debido, gastar el escaso sueldo en la ropa adecuada, adecuada a su supuesta condición social incluso.
Es así como lo que vuelve realmente valioso a esta novela no es su temática sino que el punto de vista. Y luego del punto de vista está el tono del libro: a pesar de que pudiera parecer plañidero ocurre lo contrario, porque en este libro hay una altísima cuota de humor —cosa de la que carece nuestra literatura nacional— y sumado a ello, bajo todo el esfuerzo aparentemente inútil del protagonista está su esperanza que no cesa, su juvenil esperanza, su convencimiento de que, a pesar de todo, no necesita dejar su propia identidad, su consciencia de clase, su visión del mundo, incluso sus sueños juveniles, su revolución escondida, para convertirse en el funcionario de ocho a seis que puede de verdad inspirar a un grupo de niños, que finalmente no necesita traicionar a su juventud. Esa creencia hermosa, ingenua tal vez, nunca se abandona en Profesor Sísifo, y no deja de ser conmovedora.
Es así como Profesor Sísifo se sitúa como una novela al margen de la mayoría de las narraciones de mera denuncia. Hay una cuota de humanidad que lo repleta todo. Y de esa humanidad emana una belleza que el lector no podrá dejar de percibir. Álex Saldías ya escribió un libro ambicioso, excelente incluso con Ecos. Ahora ha disminuido la talla de los acontecimientos, y sin embargo, no ha disminuido la ambición. Profesor Sísifo viene a demostrar que su anterior novela no fue una simple curiosidad ni un acierto casual, sino que aquí hay un escritor con un amplio fondo.