Maniac (Benjamin Labatut)

Maniac (2023)

Benjamin Labatut

Anagrama

ISBN  978-84-339-1100-1

400 páginas

La novela iPhone

 

La literatura funciona también por contraste. De entre las muchas formas de leer que tenemos disponible, es en el contraste de las frases, las palabras, la velocidad, los párrafos, las páginas, los espacios, etcétera, donde nosotros, los lectores, si es que no siempre, con mucha frecuencia, podemos encontrar las pistas que nos permitan rastrear lo que un texto intenta hacer. Por eso, al momento de leer, es necesario hacerse las siguientes preguntas: ¿por qué se elige un adjetivo y no otro? ¿Por qué una frase viene después de la otra? ¿Por qué un párrafo está aislado, rodeado de silencio? ¿Por qué la velocidad de la narración? ¿Por qué la lentitud de la prosa? ¿Por qué abundan los detalles sobre un objeto? ¿Por qué?

Son estos contrastes los que hay que tener en consideración al momento de leer novelas como MANIAC (2023), de Benjamín Labatut. El texto, aparentemente una reflexión de largo aliento sobre los excesos de la razón, la locura y la inteligencia artificial, con las decisiones que toma en cuanto a estructura y mirada de sus personajes, ofrece una novela monocorde, tautológica, que insiste en escarbar los aspectos más trillados de los científicos y de la ciencia, rozando por momentos un género discursivo que se caracteriza por utilizar un lenguaje altisonante, transparente y comunicativo: la divulgación.

MANIAC está dividido en tres partes. La primera, tan enigmática como bien lograda, cuenta la historia de Paul Ehrenfest, un físico atormentado y deprimido que, al presenciar los derroteros de la ciencia y la tecnología en los albores de la Segunda Guerra Mundial, decide mata a su hijo y luego quitarse la vida él. Es una historia oscura, subterránea, donde Labatut logra alejarse de la divulgación —riesgo que corre cualquiera que escriba sobre lo que Labatut escribe— y nos entrega una vida sin grandilocuencia ni romanticismo. Estas páginas, que son apenas 40 del total, quizá sea lo mejor de las casi 400 que posee el volumen.

La segunda parte del texto sorprende por la precariedad de sus recursos. Labatut intenta construir la vida de un científico, con todos sus matices, sus aspectos oscuros y amables, pero el resultado es una sorprendente repetición de condecoraciones y loas a John von Neumann, matemático húngaro precursor de la primera computadora y de varios avances en distintas áreas de la ciencia. Es así como, en la tarea de perfilar a su personaje, abundan adjetivos del tipo «titán», «maestro», «genio», «prodigio», «extraterrestre», «sumo pontífice», «alienígena», «leviatán», «especie de ángel», «la persona más inteligente del siglo XX», entre varios otros. Es un uso del lenguaje de brocha gruesa, unívoca, que busca desde antes construir una imagen difícilmente permeable. Si todos los personajes que hablan de John von Neumann no hacen otra cosa que repetir su genialidad e inteligencia, a cada momento posible, entonces no hay grieta humana que escape a la categoría de simple anécdota, a mera excepción, para una figura omnipotente al que nada hará tambalear en su condición de «la persona más inteligente del siglo XX».

MANIAC se promociona como una novela “coral”, novela de “varias voces”, pero lo cierto es que no basta con la fachada para afirmar tal cosa. Lo que debe haber, por sobre todo (tal como ocurre en Los detectives salvajes o en Umami) son registros particulares, voces diferenciables entre sí. En esta novela, en cambio, salvo contadas excepciones, todos quienes se refieren a la vida de von Neumann lo hacen con la misma voz. No importa la nacionalidad, la edad o la cercanía hacia el protagonista: todos, o casi todos los personajes, son el mismo personaje.

La novela se transforma así en un loop interminable, un relato insistente sobre aspectos de la vida pública de John von Neumann que pueden ser fácilmente rastreables en Internet. Todo esto, narrado en un lenguaje transparente, grandilocuente y carente de recursos lingüísticos. Los pasajes privados y menos amables de este científico siempre terminan con un gran “pero”, al que le siguen, otra vez, sus logros y su inteligencia y su gran destreza mental. Es tal la obstinación que tiene Labatut por su genio, que integra en la novela a uno de los grandes enemigos del protagonista, un científico cuyas ideas von Neumann habría robado para mejorar su computadora MANIAC. Cuando este científico termina de contar su versión de los hechos, Labatut lo hace confesar de manera subrepticia la gran admiración que le suscitaba su enemigo, incluso después de haberle arruinado toda la carrera profesional. Increíble.

Resumo la tercera parte así: nos encontramos, otra vez, cómo no, ante «genios». El mejor jugador de la historia de Go, Lee Sedol, y la máquina AlphaGo, especie de inteligencia artificial desarrollada para enfrentar a los más grandes jugadores de Go. Esta última parte, que cuenta la derrota de Lee Shedol a manos de la máquina AlphaGo, no tiene nada de novedoso en sus planteamientos: la cultura de masas ha trabajado hasta el hartazgo la imagen de un ser humano enfrentándose a una máquina inteligente, con mejores resultados que en MANIAC. De seguro, encontrarán ideas más originales en Contrapunto para máquina y computadora, de la banda de rock uruguaya El cuarteto de nos.

Labatut crea, así, una vez más, un texto monocorde, transparente y carente de recursos lingüísticos. Podríamos decir, incluso, que gran parte de su producción literaria es una constante repetición de los mismos temas y las mismas obsesiones, salvo por algunos añadidos que contiene la nueva versión literaria: un megapíxel más, algunos minutos de batería más, un poco de memoria adicional, y listo: sale al mercado una nueva novela iPhone.

 

Marcelo Ortiz Lara

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