El Colibrí (2020)
Sandro Veronesi (1959)
Editorial Anagrama
ISBN 978-84-339-8072-4
Páginas 320
El Colibrí es una novela sobre las relaciones familiares, sobre el amor fraterno y marital, sobre ser hermanos y no saber serlo. O sobre aprender a urdir y desarmar cada una de esas relaciones, a pesar del tiempo, a pesar de las muertes y las enfermedades que desmedran la vida. Fue, además, ganadora del Premio Strega en el año 2019 (en versión su original, previo a ser traducida) , que es el máximo galardón literario entregado en Italia a la ficción.
Marco Carrera, médico oftalmólogo, y su hermano, Giacomo, están enamorados de la misma mujer desde muy jóvenes, desde que ambos son unos chiquillos. Crecen distanciados por un cierto rencor a causa de sus relaciones y también por ese amor que se han arrebatado. Irene, la hermana, es una muchacha triste, que pronto en el libro veremos partir, dejando una huella imborrable en la familia.
Y como toda familia, sus miembros crecen y establecen sus propios vínculos, dejando la casa común. Hay nuevas familias y antiguos amores. Nuevas infidelidades y nuevas infelicidades en una vida, la de Marco —el apodado colibrí— plagada de despedidas, enfermedades y dolores familiares. Esta historia, de alguna manera recuerda la máxima con la Tolstói con la que empieza su Anna Karenina: “Todas las familias felices son iguales. Las infelices lo son cada una a su manera”.
La novela está construida con retazos. Hay cartas y mails, mensajes de textos y mucha escritura cruzada en la narración propiamente tal. El tiempo cronológico avanza y retrocede, dejando jirones de esta vida familiar, sin jamás perder el centro que se ha ubicado en Marco Carrera, en su vida que siempre avanza en pequeñas tragedias que él afronta con entereza y en ningún caso con la torpeza del típico personaje conocido como el “inocente feliz”.
El apodo del personaje principal, el colibrí, le es dado por su escaso tamaño, su pequeña estatura cuando era niño. Sus padres lo terminan llevando a un tratamiento experimental hormonal que permite que de golpe y porrazo crezca incluso levemente por sobre la media de su generación. La imagen del colibrí, también, es una suerte de metáfora: como es bien sabido el colibrí es un pájaro que, gracias al acelerado batir de sus alas, logra mantenerse suspendido en el aire, y hasta es capaz volar hacia atrás. Marco Carrera, por su parte, logra también mantenerse flotando en el tiempo, sin avanzar, no por negarse al progreso, sino que por evitar los golpes que la vida le va dando. Se mantiene congelado en un estado, sin dejar ir a su familia, sin olvidar a su hermana ni a su hija, sin soltar jamás a su nieta ni a su hermano. Él consigue sostenerse: estar quieto no es igual a hacer nada. Su capacidad de mantenerse a flote es lo que también hace flotar esta novela en el cúmulo de desgracias domésticas que vive su protagonista.
El Colibrí es una novela finamente modulada por su narrador. La multiplicidad de recursos narrativos (cartas, mails, wasaps) produce una sensación de movilidad en la historia, lo que sumado a los saltos temporales le dan un dinamismo que involucra al lector, al tiempo que va ondulando en el tiempo.
Hacia el final la novela adquiere un carácter distópico. El protagonista, que en ese entonces supera nuestro tiempo presente, nuestro 2021, sigue manteniéndose a flote, detenido en el aire: las formas de ver y entender el mundo han cambiado, la temática ecológica parece haber plagado el mundo, hay un cierto aire de desastre, de que todo se ha ido al traste, pero Marco Carrera, el colibrí, se mantiene en el mismo estado, y con ello, logra mantener las relaciones a las que se ha atado durante su vida, como el colibrí que aletea tan rápido que queda suspendido en el aire.
El Colibrí resulta una novela ambiciosa, hermosa a ratos, desconcertante en otros, construida con habilidad de buen narrador y conducida con buen gusto en la historia familiar de sus personajes. Tiene el doble mérito de que jamás resulta recargada a pesar del cúmulo de sinsabores que sufre su protagonista.
