¿Quién le teme a la poesía? (2019)
Marcela Labraña, Macarena Urzúa, Felipe Cussen, Manuela Salinas y Gastón Carrasco
Laurel
978-956-9450-50-1
187 páginas
Reseña enviada por:
Jimena Castro
En Las olas de Virginia Woolf, Neville se pregunta: “Pero ¿estoy condenado a producir asco? ¿Soy poeta? Tómalo (…). Tómalo–mi poema”. Ese asco, miedo, distancia y recelo a la poesía es lo que detectaron los autores de ¿Quién le teme a la poesía? Marcela Labraña, Macarena Urzúa, Felipe Cussen, Manuela Salinas y Gastón Carrasco se dispusieron a crear este “esbozo de manual no académico” (Labraña, 7) para argumentar que “la poesía no es una disciplina aislada del resto de las artes ni de otros tipos de discursos y reflexiones” (Labraña, 8).
De acuerdo a los autores, la poesía regularmente ha sido vista como un despliegue de cursilería, pero también como un arte demasiado alto que sólo algunos pueden comprender. En este libro pareciera ser que la poesía no es nada de eso, pero tampoco nada muy definido. Por eso, mediante entradas breves y explicativas, aquí se tratan temas, categorías, relaciones y modos que se han repetido en la escritura poética. Los cinco autores lo hacen de una manera didáctica pero profunda, iniciando cada una de estas entradas con poemas que ejemplifican aquello que se va a describir: epitafio, emblemas, soneto, vate, compromiso político, metáfora, objetivismo, belleza, deseo, juventud y silencio son algunas de las descripciones. Luego, cada una de ellas está complementada con sugerencias bibliográficas para que los lectores consultemos en caso de querer profundizar.
El título ¿Quién le teme a la poesía? despierta mi lado no tan culto y, junto con recordar la obra dramática de Edward Albee, pienso también en ¿Quién quiere ser millonario?, programa televisivo que ofrece grandes premios al que logre la mayor cantidad de respuestas correctas a las preguntas que van incrementando su dificultad. En el concurso la novedad fueron la incertidumbre y la tensión, pues el presentador buscaba que el participante desconfiara de su respuesta una vez declarada. Ese momento de vacilación es el que creo que rescata este libro, ese momento en que todos los espectadores estamos esperando la clave para la respuesta correcta. Pero en la poesía no la hay. Contamos con sólo algunas señales que en este escrito se nos insinúan: “es, a la vez, fácil y difícil, quizás como toda la poesía” (“Dificultad”, 14).
Así es que vuelve a resonar el concepto de temor propuesto por el título del libro que, cuando no es miedo, se asocia frecuentemente a las religiones abrahámicas. Estas lo han utilizado para explicar la relación con Dios guardada por patriarcas y profetas, llena de reverencia, distancia y respeto. La primera vez que aparece en el relato bíblico es cuando Adán ya ha pecado y se esconde de Dios: “Oí tu voz en el huerto y tuve temor; porque estaba desnudo, y me escondí” (Génesis 3, 10). Con culpa y vergüenza, Adán teme el castigo y a ser conocido tal como es. Por eso es que se cubre, porque ahora sabe lo que significa el misterio. ¿Quién le teme a la poesía? es una pregunta que también sabe de ese misterio. Los autores se han encargado de tratar varios temas, pero no de acabarlos, lo que lo hace un manual honesto y acorde con su propósito, el disfrute: “simplemente reunimos muchos versos y objetos afines que nos gustan y queremos combinar, para que ustedes pierdan el susto y agarren su propio vuelo” (Labraña, 8).
Escrito con frescura e ingenio, este trabajo colectivo tiene una vocación bastante universal, pues puede ser perfectamente consultado por un estudiante de colegio, profesor, universitario o por cualquier mortal que, le tema o no, disfrute la poesía y quiera despejar algunas clásicas preguntas sobre ella.