Prontos, listos, ya (Inés Bortagaray)

Reseña enviada por:

Valeska Solar

 

Prontos, listos, ya (2018)

Inés Bortagaray (1975)

Libros de Laurel

ISBN 9789569450372

78 páginas

 

Prontos, listos, ya es la segunda novela de la escritora uruguaya Inés Bortagaray, publicada originalmente el año 2006 y editada en Uruguay, Venezuela, Brasil, Estados Unidos y Chile, por Laurel Editores en Agosto del 2018. Además de esta novela, Bortagaray publicó Ahora tendré que matarte el año 2001 con Cauce Editorial. Prontos, listos ya, sin embargo, es la novela que ha acercado su escritura a Chile, y que ha permitido que nosotros también podamos ingresar a ese mundo de la infancia absoluta habitado por sueños, hermanos e imágenes teñidas de colores que a primera vista, como adultos, ya no podemos observar.

El argumento de esta novela es simple: la hija del medio de una familia uruguaya con cuatro hijos, un padre y una madre, va en el asiento trasero de un auto camino a la playa, en vacaciones. Los personajes no tienen más nombre que el mismo rol que cumplen dentro de la familia para la narradora, desde hermano hasta madre y padre o hermana mayor/menor. La carretera, asimismo, podría ser cualquier carretera trasandina en el caluroso verano sudamericano.

La simpleza de la trama, sin embargo, es lo que hace a esta novela tan interesante: las divagaciones de la niña son retratadas de manera tal que pronto el lector se transforma en uno más de los personajes que viaja en el auto, como si también sintiéramos el calor, el hambre, la incomodidad y los olores. Ingresamos a un mundo distinto al del adulto, donde las cosas se suceden muchas veces sin causalidad aparente y el tiempo se parece menos al reloj y más a la estela que dejan tras de sí los postes que se ven en la carretera a través de la ventana del auto, esos que nunca se van del todo, porque “en la ida queda la estela”, como dice la narradora en la frase que inicia la novela.

En menos de cien páginas Bortagaray logra trazar a la perfección el imaginario de una niña pequeña y sus recuerdos, las imágenes recurrentes dentro de su mente, sus gustos, lo que llama su atención y lo que quiere que veamos con ella. Desde su perspectiva observamos el largo y tedioso trayecto por la carretera, entre juegos, sueños, cuerpos sudorosos y recuerdos que se mezclan excepcionalmente con cosas tan cotidianas como la parada en la estación de servicio o una foto familiar. Contrario a lo que ocurre con algunas novelas que utilizan la voz infantil para narrar sus historias, Prontos, listos, ya no fuerza en absoluto el recurso de la infancia para acceder a un mundo otro. Lejos de construir una narradora que pudiera parecer a ratos demasiado adulta o experimentada, la voz de la niña es precisamente eso: una voz infantil. Y aunque en ocasiones aparece tremendamente sabia (“Los atormentados son atormentados aunque alguien intente protegerlos”, dice, reflexionando sobre su relación con una amiga de la escuela a quien acoge bajo su protección), también es inocente e inmadura, como la niña pequeña que es, que piensa en taparle a los ojos al padre que maneja para ver qué pasa y se preocupa más de su lugar en la ventana que de no vomitar en el auto.

Prontos, listos, ya es la historia de un viaje, nada más, el trayecto del lugar de partida a la última parada, cuando el auto al fin se detiene y todos deben bajar. Pero es un viaje que, como advertimos al poco empezar la novela, ya no queremos que termine jamás. Nos acostumbramos, como la narradora: “A veces el viaje es tan largo que me acostumbro y después no quiero llegar. Ahora, por ejemplo. Ya no quiero llegar. Por mí que nos quedemos acá para siempre, para siempre”. Como un sueño, no sabemos dónde ni cuándo ha empezado exactamente, y cuando se acaba, cuando despertamos, cuando la familia finalmente llega a la playa, nos quedamos sentados sin poder creer que se ha acabado, como si fuera uno de esos sueños maravillosos en los que habitamos una realidad paralela en la que nos queremos quedar para siempre.

Lo que leímos

Publicado por el equipo de Loqueleímos.com

Join the Conversation

1 Comments

  1. says: Andrea

    ¡Me encantó este libro! Bortagaray logró transportarme a mis propios viajes de niña y a mis peleas por el puesto de la ventana con mi hermano y con mis primos. Creo que lo más bonito de este libro en el que “no pasa nada” es que muchos pueden sentirse identificados con la experiencia, las emociones, los olores y los sentimientos. También en nuestro blog escribimos una reseña ;).

Leave a comment
Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *