Carta abierta de respuesta de Diego Armijo al texto de Álex Saldías

 

Muy estimado señor Saldías:

Usando el derecho a respuesta frente a su interpelación, quiero criticar y aclarar lo siguiente:

1 – El concepto de “autorías femeninas” usado en su columna es pernicioso. Pareciera que para el hombre, espero sea solo un desliz, hay que marcar fuertemente la diferencia entre “autoría” y “autoría femenina”.

2 – Afirma que mi texto es fundamentalmente chaqueteo, pues cuestiono el lugar de, dice usted, “uno de los mejores representantes de nuestras letras nacionales”. No creo que se puede discutir con usted si solo piensa en concretos absolutos.

3 – La atención puesta en lo que hace un medio de referencia como La Tercera es fundamental. ¿Cómo no va a ser relevante criticar la línea editorial de un medio como este? La manera en cómo se acerca al campo editorial y a los sujetos que elige para representarlo, es una manera de crítica y de exclusión. No todo se reduce a una madre contenta porque su hijo apareció en el diario.

4 – Esa “mafia” que usted minimiza en su inexistencia, existe. Solo pregunte a su alrededor a cuántas personas les ha llegado un telefonazo de Martín Rivas. Espero no sea usted solo un servil, un bien portado, con la cobarde intención de continuar recibiendo ejemplares de cortesía.

5 – La calidad de las obras es fundamental. Pero no basta con eso. Me acusa de ambición de querer ser el juez que dictamine premios. Sin embargo, lo que busco es cuestionar por qué algunas obras están donde están y otras no. Nada más que eso. Pero parece que cuestionar las estructuras a usted le parece revolucionario y por eso hay que mandar a los pacos a detenerlo todo. No puedo entender que usted crea que los libros existen en un vacío, que será solo su calidad lo que los hará trascendentes. Pues existe el campo cultural, existen las relaciones entre sus sujetos, existen las redes, existen los conflictos de clase. La literatura es una guerra, pues hay escritores que fueron silenciados por décadas y otros que siempre tuvieron vitrina, no por tener mejores libros.

6 – Usted me acusa de preferir la literatura comprometida. Volví a leer mi artículo, no hubiera sido que se me escapara un Stalin enjaulado. Pero no había nada de eso que usted apunta. Junto a lo anterior usted suma los conceptos de “solidaridad” y “pacto con el partido”. Otra vez, nada de eso está en mi texto. Finalmente, en su seguidilla de conceptos, dice que prefiero los libros como “panfletos”. Eso no se lo acepto.

7 – ¿Será acaso que el problema que ve en mi es que parezco un militante de izquierda? Pues, señor reaccionario, lo soy. Espero no piense mandarme a Pisagua por una diferencia literaria y también política, al parecer.

8 – La defensa que usted emprende, con ansias de fanático, por Z, la encuentro justa. Podemos tener diferencia en cómo leemos una obra. Lo importante, creo yo, no es anular la disidencia a su valoración.

9 – Reitero, no tiene por qué mandar a este escritor de izquierda a Pisagua solo porque no comulga con usted.

10 – “¿Cómo no te gusta, Diego? El hombre es un bacán”, me pregunta usted. Qué importa, yo no soy tan importante para que su fanatismo herido necesite hacer estos gestos. Z tampoco lo es. Él es solo un síntoma que puse de ejemplo para hablar del campo cultural y sus espacios podridos.

11 – Como gesto de apertura, una crítica: su libro Ecos (La pollera, 2018) aun cuando tiene un interesante trabajo de historia, cae y se vuelve ligero por una escritura demasiado apegada al guion cinematográfico, en una línea de publicaciones que La Pollera a continuado. En tanto su libro Profesor Sísifo (La pollera, 2020) que es en sí un bello logro por su trabajo con las estructuras, no logra escapar, otra vez, de la falla en una escritura demasiado cándida. Espero su próximo libro que leeré con atención.

 

Sin más, me despido

Diego Armijo, escritor de izquierda

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1 Comments

  1. says: Mastín Rovas

    Que increíble como se desperdicia espacio crítico en puro comidillo de pendejos hiperventilados. Les recomiendo a ambos dedicarse a la farándula, porque en sus textos no hay nada literario que sea relevante (desde la crítica, claro) y sus novelas son remalas.
    A Armijo le va mejor celebrando cumpleaños de libros o cargando la máquina de redcompra, al otro redactando novelas cursis y (al parecer) chupando fusiles.
    Sean diganas y dentrense mejor.

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