Días festivos (Carolina Soto Riveros)

Días festivos (2020)

Carolina Soto Riveros (1978)

Editorial Overol

ISBN 9789569667756

90 Páginas

 

Me casé con un poeta

Por Bernardita Muñoz

 

Carolina es la protagonista de Días festivos, la novela debut de Carolina Soto Riveros, publicada por Overol en 2020 y reeditada en 2021. Carolina sigue la línea de Bartleby de Melville que preferiría no hacer los trabajos que le encomienda su jefe, o Un hombre que duerme de Perec, quien pierde inesperadamente el interés en mantener un enlace con el mundo. Pero si bien la literatura nos ofrece varios ejemplos de masculinidades desafectadas, la falta de anti-heroínas femeninas es elocuente. Solemos leer sobre mujeres que se proponen hasta el agotamiento ser más y mejores en todos los ámbitos de sus exigidas existencias. Carolina cruza los brazos para conquistar un espacio tradicionalmente asociado a lo masculino.

Su identidad se construye a partir de la inversión de los roles tradicionales de género. Carolina nos hace creer que casarse con un poeta fue un error desde el punto de vista material, así también como un accidente. Relata el primer encuentro sin pisca de romanticismo. Después de ocho años de rondar los mismos círculos, la primera vez que le conversa, lo hace en una fiesta para escapar de un hostigoso. ‘Es la primera vez que le hablo, lo he visto muchas veces antes y nunca me ha parecido particularmente atractivo, ni siquiera ahora’ (p.25). Pero es justamente su elección de pareja lo que la saca del lugar común ‘Con qué tipo de hombre me casé yo?- le pregunto a mi hermana mientras avanzamos por las tumbas.-Con alguien que no te deja sola en la casa con los niños. Las mujeres como yo no necesitamos que alguien nos salve, ni ‘un buen partido’. Podemos solas’; ‘¿por qué me enamoré de un poeta?, de verdad que soy bruta, sería tanto más fácil haberme enamorado de un ingeniero, pero no, yo me enamoré de un poeta porque soy ‘distinta’ y ahora lo único que quiero es ser ‘normal’ (p. 18). Él prepara las mamaderas, decide sobre la alimentación, va a la feria, cocina el desayuno, gana menos dinero, no sabe manejar, cuida de los hijos, trabaja en una pastelería y escribe poesía. Ella pide créditos hipotecarios, compra el departamento, tiene un trabajo estable y escribe una novela. Juntos, mantienen a los hijos vivos.

La apacible inactividad de Carolina al esconderse debajo del plumón los fines de semana no responde a falta de afecto por sus hijos, desinterés en la crianza, ni tampoco desamor por su pareja. De hecho, la novela registra con la sensatez de un diario de vida la intimidad de la vida privada cargada de ternura y afecto. Carolina protesta contra el aplacador deber ser que se despliega durante los días hábiles en tiempos en que la promesa neoliberal y la mentalidad emprendedora de un país se revelan como tramposos espejismos.

Carolina quiere hacer lo menos posible. Cuestionando la expectativa de cómo debe lucir (‘no se puede dar el lujo de estar gordita’, p.23), cuánto debe ganar (‘saco un billete de mil pesos de mi billetera y me despido de mi amiga acercándole el billete. No lo recibe: ‘No te preocupes, yo estoy mejor que tú’, p.78) o cómo debe amoblar el hogar (‘Odio los suplementos de decoración’, p. 16), deja de centrarse en lo que falta para describir lo que ocurre. Días festivos emerge de los residuos que nutren la vida privada. Es en ese espacio en donde florece la escritura. Su falta de interés por mejorías futuras le otorgan un poder inesperado. ‘Los libros de autoayuda te dicen como cambiar tu vida y deberían decirte cómo conformarte con lo que te tocó (…) No quiero emprender nada, ni sacar adelante nada, te prometo no cumplir ninguna meta pronto’ (p.90). Carolina cambia las reglas de juego. Una mujer que al aceptar su medianía y contradicciones nos muestra, como el Tao, los espacios de libertad derivados de la inacción.

 

 

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