Rebeldías líricas (José Domingo Gómez Rojas)

Rebeldías líricas (antología) (2020)

José Domingo Gómez Rojas (1896-1920)

Ediciones UDP

ISBN 978-956-314-462-8

93 páginas

 

La leyenda de José Domingo Gómez Rojas abarca muchos frentes. Desde su ímpetu anarquista, agitador obrero, hasta su empeño creador que impulsó a narradores y dramaturgos insignes de nuestra historia literaria como lo fueron Manuel Rojas, José Santos González Vera y Antonio Acevedo Hernández. Todo esto y más consigna la edición de Rebeldías líricos (Antología) que publicó este año Ediciones UDP, cuyo prólogo a cargo de Nicolás Vidal y con selección y notas por Adán Méndez, logra introducirnos al mundo de este poeta que solo publicó un libro en su vida y dejó un legado que sobrepasa lo literario.

El libro está compuesto como antología. No es una reedición íntegra del Rebeldías líricas que vio la luz en 1913. Reúne poemas y versiones de poemas de varias revistas, antologías y libros. Sin embargo, reunirlos bajo el mismo nombre tiene toda la coherencia, pues sus poemas dispersos, sueltos y publicados en diversos formatos nacen de las mismas inquietudes: lo místico, la crítica social, la rebeldía, el canto vociferante, la arenga a las multitudes, a los lectores. La extrañeza de sentirse una encarnación, no un poeta de carne y hueso, sino una proyección, una sombra de un poeta que canta a todo y a todos: “Mis versos los escuchan los caminos:/ a mi soplo brotan lirios pantanos,/ yo soy la encarnación de los divinos/ ―¡Cristo fue la encarnación de los humanos!” (pág. 28).

Gómez Rojas da cuenta constantemente de su inclinación religiosa. Carga con ella en gran parte de los poemas. Pero de igual forma se da maña para mirar el exterior y posar su atención sobre la calle, leemos del poema “Día de lluvia”: “Aunque trate/ de no ver el paisaje exterior, miro/ en una pieza/ que hay frente a la ventana mía/ dos viejecitas: una que bosteza/ y otra que lentamente bebe mate…” (pág. 33). No quedándose solo en la descripción, el hablante logra traspasar aquella imagen hasta filtrarse a su interior cual ultraje: en ese momento su cuerpo es un templo, un espacio de autocontemplación. Cosa que no pasa en el poema “Momento”, donde el hablante ve en el día, el paisaje, una belleza y una vitalidad que pretende asir con versos: “Abrid, abrid los ojos; este instante que alienta,/ prolongando los tiempos con su timón profundo,/ se hizo para nosotros, para que el hombre sienta/ que su alma está forjada con el alma del mundo” (pág. 51). Es un hablante que entra de lleno en la genética de lo colectivo, se encuentra con el todo, lo recibe con gratitud.

Sin embargo, en ese vaivén entre las inquietudes espirituales, la contemplación de la ciudad y el entusiasmo con el mundo, se ve intercalado por visiones de un diaporama de injusticia social. Leemos de “En el conventillo”: “En algún pieza de aquel conventillo/ una maquinita cose sin parar/ y su trique-traca cesa si el ovillo/ se acaba, mas luego volverá a empezar (…)/ Y la maquinita en su tic-tac presta,/ parece gemir ayes de protesta/ por la costurera: virgencita en flor…” (pág. 67). La rutina de los conventillos donde descansa la miseria santiguina, en donde el silencio abunda, y pareciera que la única que puede levantar la voz es la máquina de coser. El poema combina los sonidos de una música triste (música, al fin y al cabo) y los ruidos de perros y el ajetreo del trabajo. No hay voz que se levante allí.

Es en el poema “El suburbio” donde Gómez Rojas reconstruye la rutina obrera de los barrios que conoce, de la gente que ve, con los amigos que comparte. De una mirada oscura de estos hombres, pasa a proyectarlos en sus antiguas y futuras gestas, alabarlos en su rebeldía, en su pronta emancipación: “Los obreros de grandes, torvas testas/ y nervios retorcidos como cables/ algún día alzarán frentes enhiestas/ y harán caer los tronos execrables”. (pág. 92). Este poema no es sino una agitación misma, un encarar a la pobreza, la tristeza, gritándole corajudo: “Entonces cesará todo gemido,/ entonces cesarán todos los llantos/ y el pueblo rugirá cual león herido./ Entonces cada nervio, cada arteria/ se agitará, y en los furores santos/ se entonará el gran “Salmo a la Miseria”. Gómez Rojas sabe hablarles a las multitudes, tomar la calle como pocos poetas saben hacerlo. Rebeldías líricas pone en circulación la obra de un autor que en este momento nos habla frontalmente de lo que pasó y sigue pasando en Chile.

Nicolás Meneses

Profesor y editor. Autor de diversos libros.

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