El día de la Independencia
Richard Ford (16-02-1944)
566 Páginas
Editorial Anagrama
Precio Referencial:$15.000
Entonces, ¿dónde se encuentran las virtudes de este relato?, probablemente en su atmósfera, en su estilo narrativo y en la simpleza y cotidianeidad de su argumento. Lo pongo en palabras: la narración nos sitúa inicialmente a un pequeño poblado, en el cual Frank Bascombe realiza sus labores de agente inmobiliario, teniendo que dar en el gusto a sus clientes para poder cerrar las compraventas de las propiedades, para poder ganarse la vida; nada muy distinto a una vida cualquiera, a una persona cualquiera trabajando tras su escritorio para ganarse el sustento día tras día. Luego se suceden los problemas con su hijo –durante un viaje que el protagonista organiza con el fin de pasar algún tiempo con él, intentando fortalecer y reconstruir sus relaciones- , quien pasa por una etapa bastante compleja, acentuada por su lejanía, por el divorcio de sus padres, por tener un padrastro, por el simple hecho de ser un adolescente. A todo ello además lo rodean los problemas respecto a las relaciones de Frank, ya sea con su actual pareja a quien no sabe si ama, si se proyecta con ella, o si simplemente se trata de una buena compañía, o ya sea con su antigua esposa, respecto a quien se repite preguntas no tan distintas a las anteriores, aunque el contexto sea muy diferente.
Durante toda la lectura se encuentra muy latente, como motor de la misma historia, el estado anímico del protagonista, su sensación de que a su edad probablemente ya no hay mucho más que esperar de la vida, que las metas y sueños que no lograron cumplirse (en su caso un buen matrimonio, una buena relación paternal) simplemente ya no podrán hacerse, no a estas alturas. Y no es negativismo lo que se huele en el ambiente, ni siquiera pesimismo; es, en cambio, una especie de conformismo con la vida, una suerte de aceptación de todo lo que ha sucedido en el pasado, esa carga infalible pero no por eso más llevadera es, en otras palabras, el desaliento mezclado con la inercia (¿le suena a alguien esto demasiado ajeno?).
El lenguaje de Ford es simple, a veces bastante mundano, dando espacio a ironías y a diálogos que se construyen con un hablar muy coloquial que se siente bastante real –ello si obviamos la edición un tanto españolada que seguramente caerá en las manos del eventual lector, donde los modismos yankees son traducidos por locuciones de origen español, lo que de todas maneras no está sobrecargado así que en ningún caso llegará a ser molesto– ello hace de este libro una novela de lectura bastante ágil, lo que complementa de manera perfecta su temática fácilmente identificable.
Ford es de esos autores vivos que se encuentran definiendo en parte la literatura actual. Aquellos de los que bien vale la pena estar atentos para ver qué será lo siguiente que nos ofrecerán, cuál será su próxima creación. Siendo yo un lector preferentemente de clásicos para mí ha sido un gusto encontrarme con Richard Ford, autor contemporáneo, de quien me atrevería a apostar a que en las próximas décadas, independiente de lo que suceda con él de aquí en más, aún se encontrará vigente, no sólo por la calidad de su estilo, sino que principalmente por su forma de retratar el día a día de un hombre cualquiera de nuestra sociedad.