La magia del sur (Guido Arroyo González)

La magia del sur (2023)

Guido Arroyo González (1986)

La Pollera

ISBN: 978-956-6267-01-0

174 páginas

 

La colección Surcos del territorio de editorial La Pollera viene dando cabida a diferentes voces que relatan la experiencia de haber nacido, crecido o vivido en la provincia. Como tal, no deja de ser una empresa arriesgada, en tanto es una colección pensada desde el centro, para aunar voces que escapen de la visión de ese mismo centro.

En La magia del sur Guido Arroyo nos habla de su territorio de infancia, Valdivia, haciéndose precisamente esa pregunta: «¿Por qué debemos escribir de nuestro territorio de infancia?» (página 12), pregunta que no resulta pacífica si estamos a la manera en que se ha construido históricamente y desde el centro un relato o discurso mítico sobre la provincia —parafraseando lateralmente a Mario Verdugo, quien tal vez mejor ha abordado este tema—.

«Me olvidé que los valdivianos no usamos paraguas. Comencé a usar uno para capear las mínimas lluvias, casi ficticias, que caen en Santiago. A imagen y semejanza de todo sureño me burlé de cómo la capital de Chile se anegaba por completo con cualquier llovizna. Hice una rutina de chistes sobre el pavor que le tenían. Comencé a portar un rictus de pena en el transporte público. Usar audífonos para evitar diálogos con extraños. Entender que en cualquier carrete alguien te podía preguntar, con un halo de clasismo, “dónde estudiaste”» (pág. 26)

Arroyo consigue relatar una vida provinciana, esquivando abiertamente los tópicos con los que se ha construido la historia hegemónica de esos mismos lugares. Así, pasa junto a la colonización alemana para preguntarse sobre los huilliches que habitaron esa zona, siendo desposeídos y desplazados, cuando no asesinados, pasa por sobre el mundo religioso-católico capitalino para centrarse en su familia y en los círculos cristiano-evangélicos que se multiplicaban gracias al trabajo de personas como sus padres, por sobre el conservadurismo imperante para relatar cómo montó un visionado de cine gay y lésbico.

En Arroyo la provincia no es el lugar mítico, sino que el lugar de infancia, con todo lo bueno y lo malo: sus paisajes hermosos y el bullying escolar, los libros como escudo y el vicio por el pool, pagado con pequeños robos familiares, la fuga que significó volverse un jugador de cartas Magic, el escape, la partida de la provincia para transformarse casi en un capitalino, incapaz ya de bailar y festejar en el entorno adornado por el peor terremoto registrado en la historia; precisamente el de Valdivia. Así, de forma progresiva va construyendo el relato de su propio vagabundeo, dentro y fuera de Valdivia.

Arroyo jamás responde abiertamente a su propia pregunta de «¿Por qué debemos escribir de nuestro territorio de infancia?» y, sin embargo, escribe sobre ella. Escribe sin idealizarla, repasando su propia historia íntima, arrojando una de cal y una de arena sobre su relato pequeño, íntimo; y al hacerlo transmite la idea de una experiencia, no de un espacio físico. Quizás esa es la provincia de Arroyo, el lugar donde se vuelve porque a pesar de todo se fue feliz: el espacio donde un niño posa vestido con su mejor ropa, junto a su familia, en el frontis del templo bautista, en el día del pastor.

La magia del sur es un relato que se lee con agilidad, ameno, alegre la mayor parte del tiempo, sin ningún pintoresquismo ni imposturas, en el que se reconstruye una historia íntima, personal y familiar, alejado de los dudosos heroísmos con los que se escribe la historia oficial de los territorios.

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