Luis Rivano. La memoria de los olvidados (Juan Andrés Piña)

Luis Rivano. La memoria de los olvidados (2023)

Juan Andrés Piña (1953)

Ediciones Universidad Diego Portales

ISBN: 978-956-314-551-9

389 páginas

 

Luis Rivano fue un escritor, novelista, dramaturgo, librero y excarabinero. Esto último le valió el apodo de Paco Rivano —con el que sería conocido hasta el final de su vida—, el mismo que en algún momento se usó para denostarlo o excluirlo de ciertos círculos literarios, para mantenerlo al margen de la Academia, para incluso valorar su obra y trabajo en bastante menos de lo que se merecía.

—¿Sabe usted, señor Rivano, lo que esta negativa suya puede significarle?

—Ni idea.

—Que su novela no será editada.

—Lo siento por mí, señor Ostria, pero no quiero entrar a la literatura como un vendido.

(pág. 127, relato de la escena en que Luis Rivano se negó a “intervenir” su primera novela, todavía inédita «Esto no es el paraíso» para que no ofendiera a Carabineros de Chile, con quien la editorial Zig-zag tenía importantes negocios de edición en aquel momento).

Rivano es un nombre tan importante en las letras chilenas que los números que han alcanzado sus obras (de ventas, para el caso de sus libros; de espectadores en el caso de la dramaturgia) difícilmente puedan ser equiparados por muchos. Y esto es doblemente importante si consideramos que casi la totalidad de su obra (a excepción de su tardío reconocimiento editorial posterior al año 2010) fue autopublicada, es decir, no contó con distribución alguna, sino que por el contrario, se vendió ejemplar a ejemplar por su propio autor, mano a mano, dejando algunas copias en librerías, vendiendo la mayoría directamente a los lectores. Solo por mencionar su primer libro Esto no es el paraíso (1965), se sabe que hubo al menos ocho reimpresiones, vendiéndose quince mil ejemplares. Para qué hablar de su primer montaje teatral Te llamabas Rosicler (1976), que al presentarse obligó a la compañía a hacer algo hoy imposible: mantener cuatro funciones semanales para dar abasto con la enorme demanda de público, y tal como indica el biógrafo Juan Andrés Piña: “Esta puesta en escena se convirtió en un fenómeno masivo imposible de concebir hoy: había cuatro funciones semanales, todas desbordadas de asistentes, y aunque pasaban las semanas y los meses, la cantidad de espectadores no decaía.” (pág. 279). Te llamabas Rosicler permaneció durante un año completo en cartelera, a ese mismo ritmo, y fue retirada por una decisión de la compañía teatral que aspiraba a representar nuevas obras y no porque faltara el público. Igualmente ha sido vuelta a montar en incontables veces casi en todo Chile desde esa fecha hasta hoy, por compañías profesionales o amateurs, y es parte del canon del teatro chileno.

Lo que hace Juan Andrés Piña al investigar detalladamente la vida y obra de Luis Rivano es obligar a ponerla en valor, es hacer ineludible que tanto su obra novelística como teatral sean consideradas por el canon y la academia, hacer latente que sus temáticas de los bajos fondos han sido consideradas como algo menor, y salvo en muy pocos casos no han sido situadas en el lugar que se merecen. De esta manera, Luis Rivano. La memoria de los olvidados es por partes iguales biografía y ensayo crítico, dado que no se limita a hacer un desarrollo más o menos cronológico y esquemático de la vida de Rivano, sino que se preocupa de analizar los motivos del espacio cultural que ocupó o se le permitió ocupar a un autor tan importante como este, examinando detenidamente el valor de su obra e incluso yendo más allá, situándolo en conjunto a otros autores que, en su misma tesitura, sufrieron igual destino a pesar de ser largamente exitosos entre los lectores, como por ejemplo Armando Méndez Carrasco, Luis Cornejo, Alfredo Gómez Morel.

“Y no se trata de personajes que estén contra el sistema, como en otras oportunidades, sino de seres a los cuales el sistema nunca los reconoció como sujetos válidos o culturalmente significativos” (página 342)

De esta manera es que Luis Rivano. La memoria de los olvidados es un libro de rescate importante, que revitaliza el trabajo del novelista y dramaturgo, y que además tiene la gracia que solo tienen los buenos libros de memoria: provoca que den ganas de ir a retomar los libros de los que habla, en este caso, hace volver los ojos sobre la obra de Rivano, y hace querer leerla o releerla, según sea el caso. Cabe aprovechar la oportunidad, además, para evitar reincidir en la injusticia de dejar de mencionar a un autor que, hasta donde entiendo, en vida fue cercano a Rivano y que pareciera ser la escuela que este dejó, en cuyo libro además, El Roberto y la Julia (Mago Editores, año 2010, y primer lugar del Concurso Gabriela Mistral 2004, de la Ilustre Municipalidad de Santiago) el mismo Luis Rivano escribió algunas palabras laudatorias en su contraportada que aplican tanto a la obra de Silva Mera como a la del propio Rivano: “Es curioso pero la calle nos enseña una cosa que es muy difícil de adquirir, y que mucha gente instruida desconoce: la capacidad de sentir piedad. Y la piedad es parte fundamental de la materia prima de los buenos escritores.”

 

G. Soto A.

Cofundador y administrador de Loqueleímos.com. Autor de "Liquidar al adversario" (2019, Libros de Mentira).

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