Barrio Bravo (Luis Cornejo)

Barrio bravo (1955)

Luis Cornejo (1930 – 1992) 

Autoedición (7ma ed. 1986)

Inscripción 17.330

87 páginas

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En Chile existió una literatura de corte claramente proletaria, dentro de la que se enmarca normalmente a la generación de 1938 (Nicomedes Guzmán, Alberto Romero, Carlos Droguett, etc.). Esa es la que se suele entender como la literatura que ha hecho eco de la situación del pueblo, de las clases sociales más bajas. Se trató de un movimiento literario que se identificó con la dermis de aquellos a quienes describe. Son los marginados sociales, los perdedores, los que pasan hambre.

     Por otro lado, a Luis Cornejo (y Alfredo Gómez Morel, Luis Rivano, Armando Méndez Carrasco, entre otros menos conocidos) ha sido de los autores a los que se les ha identificado como Literatura de los bajos fondos, distinguiéndole de los nombrados en el anterior párrafo. No son propiamente una corriente literaria, no poseen rasgos estilísticos en común más allá de sus pocos recursos literarios consecuentes con la poca educación formal que usualmente tuvieran. Lo que los une es su temática. Ellos ya no escriben sobre las personas más pobres y humildes en pugna con el medio, en su lucha por sobrevivir. No, ellos escriben sobre los marginados por los marginados, escriben sobre quienes están fuera del límite más pobre, sobre quienes son vapuleados por incluso aquellos quienes no forman parte de la sociedad. Es la marginalidad de la marginalidad; el ladrón de pobres, el violador de muchachas humildes, el que no digamos tiene una casucha, si no que aquel que duerme en la cavidad de un horno, de allegado en la casa de su primo. La imagen es terrible.
     Dijo alguna vez el reputado crítico Alone sobre uno de los cuentos (titulado “El capote”) que componen este conjunto:
“Pues bien, nos parece difícil que, aunque viva cien años una persona después de leer aquello, deje de recordarlo hasta su último instante. Hay hasta una especie de pudor que escalofría en esos círculos; ninguna complacencia ante la desnudez, ni el menor gusto por la bestialidad; tampoco indiferencia; son una serie de temblores que pasan y querríamos apartar, pero no incluyen aspavientos, maldiciones, gestos aparatosos” (El Mercurio, 20 de noviembre de 1955)

Siempre me ha parecido difícil reseñar libros de cuentos. La dificultad radica en asir aquel conjunto de relatos como un todo y poder transmitir qué es lo que en ellos se puede encontrar.
¿Qué hay en Barrio Bravo? Las vivencias del autor (otra característica de esta Literatura de bajos fondos, autores quienes sufrieron en carne propia el más cruento desamparo), sus experiencias llevadas a la literatura, su vida en los conventillos del barrio de Vivaceta. Este es el que él llama Barrio bravo. Hoy por hoy, la calle Vivaceta y el barrio que la circunda ha sido imbuido por los sectores más céntricos de la ciudad, y no reviste las mismas características de cuando el autor se crió en sus conventillos. Y, sin embargo, es parte de nuestra historia reciente, así como las gentes que en él habitaron.

La Cuatro Dientes era enorme, con unos brazos fuertes y musculosos, igual que los de un gañán. Cuando peleaba con alguna vecina, poco duraba la riña. Bastaba que la Cuatro Dientes lograra colocar uno de sus fuertes golpes en su contrincante para que la vecina quedara “hablando leseras en el suelo” como ella decía. Claro que a veces alguna de sus enemigas la pescaba del enorme moño y la arrastraba por el suelo. Pero eso duraba muy poco, porque en un segundo de descuido de su adversaria, le metía un rodillazo en el estómago y la remataba de otro en el mentón.
Así era de guapa la Cuatro Dientes; le pegaba a hombres y mujeres y para trabajar valía por dos hombres juntos.
     La mala vida que se vivía está retratada sin floreos. No hay un intento de embellecer lo que se cuenta. El autor ni siquiera hace el amago de reconciliar a sus personajes con la sociedad; al contrario, están tan al margen que no hay forma que sean parte de esta.
     El último relato, a modo de ejemplo y al que hacía alusión Alone, describe con bastante detalles, pero sin caer en el morbo, la violación multitudinaria de una muchacha pobre que se ha negado a sus victimarios, mientras se obliga a su novio a observar.
El estudiante, inútilmente, hacía esfuerzos violentos para zafarse de sus amarras. La muchacha seguía debatiéndose. El jefe se irritó con esas resistencias y a tirones, le rasgó la bata floreada, la celeste enagua y, por último los blancos calzones. Ahora, estaba desnuda. Los pechos sin desarrollo, palpitaban. El Flaco Manguera ya estaba sobreexcitado. Subió sobre ella, pero la víctima no se entregaba.
   E, increíblemente, pareciera el autor tan acostumbrado a aquellas vicisitudes (y seguramente así lo fuera), que no existe ni un atisbo de reproche por lo vívido; simplemente es. Tampoco hay morbo en la descripción. Es un hecho. Es algo que ocurre. Algo que puede más bien contabilizarse que lamentarse. Es algo que vio quizás cuántas veces.

       Los cuentos que componen este conjunto son:

El allegao

La cuatro dientes

Cuello de loza

El señor González

El chicha fresca

El capote

Por último, es menester indicar que, fiel a su propia existencia, Luis Cornejo no fue jamás tomado demasiado en serio por la crítica, menos aun por las editoriales. Se publicó a sí mismo, imprimió sus propias obras, su esposa las compaginaba (de ello queda constancia en alguna página interior de este volumen) y, finalmente, ambos pasaban días en la Plaza de Armas, vendiéndolas a cualquiera que quisiera comprarlas, seguramente muchas veces más por compasión que porque les interesara su literatura. También dedicaría parte de su vida a la actuación, al cine, a la dirección también.
Hoy por hoy, muy por el contrario, se ha convertido en una especie de autor de culto. Se rescata su valor documental, la realidad desgarradora que nos muestra, la honestidad y pulcritud de su lenguaje.
Falleció a los 67 años de edad. En vida se le reconoció más por haber trabajado en un spot de televisión (sacando partido de su calvicie) que por su obra como escritor y cineasta. Y, sin embargo, es uno de los mejores ejemplos de una parte esencial de nuestra propia historia y literatura.

G. Soto A.

Cofundador y administrador de Loqueleímos.com. Autor de "Liquidar al adversario" (2019, Libros de Mentira).

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1 Comments

  1. Tengo el orgullo de haber conocido en persona al Sr. Luis Cornejo y tambien a su esposa , tambien lei todos sus libros los cuales me enseñaron la otra vida de los barrios mas humildes de ese Santiago desconocido y de su vida de sites de los cuales Don Luis rescato las mas diversas historias y todas reales que muestran la verdad oculta de unas vidas de miceria y pobreza, pero con un corazon tan noble que no se compara con las vidas de los barrios altos, Le doy gracias a la vida por la hermosa oportunidad que me brindo, el poder conosido a el Sr. Luis Cornejo

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