Trópico (Juan Malebrán)

Juan Malebrán (1979)

Trópico (2019)

Editorial Aparte

ISBN 978-956-09185-7-4

63 páginas

 

Un libro que se escape de la ciudad, poemas que cimbreen como serpientes sobre la maleza. Trópico (Editorial Aparte, 2019) es la cuarta publicación del poeta norteño Juan Malebrán, quien reside en Bolivia desde 2008, y en 2016 dio una muestra cabal de su estadía: publicó en colaboración con Gladys González Ulipica (Libros del Cardo), una antología de trece poetas bolivianos actuales. El dato es relevante pues tenemos pocas antologías de poesía sudamericana y porque la selva es un territorio que nos sitúa más en países como Bolivia, Brasil o Perú que en Chile.

En los poemas de Trópico casi todo está en movimiento. La mirada viajera se pasea por un entorno donde la civilización es la gran ausente. Incluso, humanos pocos vemos: un viejo, una mujer alumbrando con mucha pericia parte del camino. Lo silvestre, los animales, los insectos se pasean frente a este hablante incapaz de domesticar lo observado: “Como si fuese correcto mirar y/ no imaginar que se mira/ a la presa resistiendo/ en el embiste” (pág. 12). Un hablante que renuncia a esos espacios urbanos: “abandonar la ciudad/ sin negociar nada a cambio” (pág. 13). La búsqueda de una mirada libre, donde todo lo que lo rodea está vivo por fuerza propia y no por obra y gracia de la tecnología.

Lo misterioso, bullente, vital que se aparece dentro del viaje es el núcleo de este libro. El hablante insiste en entender el lenguaje de lo que no se muestra estático: “De todos modos/ no hay/ manera de evitar el riesgo/ que suponen ciertos territorios” (pág. 15). Se expone a lo misterioso, a lo sorpresivo y mortal que puede ser un territorio con esas características. Lo que importa es desbaratar esta visión pausada de postal, que se salta el terror de la sobrevivencia: “curiosa por decir lo menos/ esta especie de asepsia// esta manera de miopía/ este candor pueril en el retrato” (pág. 17). Y pese a lo alejado de la civilización, el viaje es a través de transporte tecnológico, que intenta imitar a la naturaleza: “Las hélices giran bajo el agua/ dejando a su paso estelas/ que la superficie borra// igual como el bagre/ del mapa/ la langosta” (pág. 28).

Los poemas machetean entre la fronda de este Trópico, un paisaje en constante renovación no regido por el hombre. El hablante se aferra a él con el lenguaje, tratando de desenredar, aunque a veces no lo logre: “será entonces/ por lo poco diáfano// un error de cálculo/ una mala lectura” (págs. 38-39). El registro se va expandiendo como el viaje, movilizando arriba de un bote. La escritura fluye río arriba, aunque de a poco los mosquitos se vayan introduciendo en ella: “Raid/ off/ vinagre o/ lo que sirva/ para espantar/ a tanto bicho del poema” (pág. 44). A medida que avanza el libro, los versos clarean o se enredan como la vegetación en un lector demasiado expuesto al peligro de la intemperie.

La pregunta que queda dando vueltas es: ¿logra la escritura camuflarse con la realidad como esa mariposa posada en un tronco imitando a una hoja agitándose al viento?, ¿es el lenguaje del poema la más evidente oposición al silvestre y exuberante trópico que nos absorbe como en esa maravillosa novela de Conrad llamada El corazón en las tinieblas? Trópico es un libro valioso por su contundencia que no sobrecarga ni repite, que logra alucinar con su poder de registro de paisajes que quizás nunca veamos en nuestra vida.

Nicolás Meneses

Profesor y editor. Autor de diversos libros.

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