Continuación de ideas diversas (César Aira)

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Reseña remitida por:

Augusto Munaro

 

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Continuación de ideas diversas (2014)
César Aira (1949) – 
Ediciones Universidad Diego Portales
ISBN: 978-956-314-260-0
88 páginas
Precio referencial $8.500

 

Explicar lo inexplicable

La presente publicación de la Colección Huellas resulta relevante por motivos diversos: 1) Es el primer libro de ensayos de su autor en una década, de modo que permite notar la evolución de la orientación en torno a sus pensamientos esenciales. 2) Oficia de ars poética a su copiosa obra in progress, de modo indirecto, a través de sus juicios valorativos, y casi siempre puntillosamente justificados (hay pasajes donde pareciera tratarse de un manifiesto reaccionario a favor de ciertas convenciones tradicionales). 3) Confirma —con creces, en esta autobiografía de ideas— que es uno de los escritores en actividad más originales, posicionándose como uno de los pocos genuinos vanguardistas de la literatura latinoamericana contemporánea.

Es sabido que Aira optó siempre por el procedimiento de dar forma a lo “nuevo”, su efecto, antes que sus resultados supeditados a la “calidad” de una obra. Se trata de una riesgosa alteración de formula donde se subvierten los modos de darle valor al arte. Pero sus libros son más que una “colección de vanguardismos”, como él mismo se refiere irónicamente. Son el campo de maniobras de una tensión, de un espacio abierto a la reflexión creadora en estado puro. No hay fragmento aquí reunido donde no se indague el problema central y permanente que enfrenta el escritor en relación al valor, la calidad de lo que hace.

En menos de un centenar de páginas, el autor de Moreira y Actos de caridad articula con una prosa fiel a sus ideas, lo que en buena parte sus nouvelles han expresado en más de cuarenta años que lleva como escritor: el misterio insondable de la imaginación. Como es de esperar, hay obsesiones recurrentes: sus influencias (Superman a la cabeza, pero también Kafka, Thelonious Monk, John Cage, Borges, Joseph Cornell y un largo etcétera más), definiciones, lo verosímil, su recelo por la crónica entendida como género literario, la manía lúdica de desmontar los mecanismos de la vanguardia, decodificándolos según su modo de leer y, sobre todo, de escribir.

Aira no se posiciona ante ninguna norma. Las expone, estudia sus pro y sus contras, para luego continuar su camino asimilando cada mecanismo a su portentoso imaginario narrativo. Una operación que funciona por acumulación, y deslumbra, precisamente, con ese arrojo de querer abarcarlo todo, por explicar lo inexplicable.

Si debiera incurrir en una conclusión groseramente reduccionista para desentrañar su mentado “estilo”, su propuesta podría resumirse como: las vanguardias del siglo XX, aplicadas a la literatura de Balzac. De este modo Aira habilita un nexo tangencial entre lo clásico y lo moderno. Una mirada integradora donde no se descarta nada, más bien, se recombinan procedimientos. Lo cual, por supuesto, no es poco.

Por último, hay que destacar que cuando el autor escribe en clave ensayística, sus ideas dan la sensación de perder cierto brillo. Al explicitar sus tanteos (aún siendo matizados e inobjetables) el lector pareciera estar ante un manual de instrucciones sobre la prestidigitación de su arte. Lo cual significa, en cierto modo, afirmar que Raymond Roussel de no haber publicado Cómo escribí algunos libros míos, con su Locus solus, por ejemplo, hubiese pasado desapercibido para los anales de la historia de la literatura.

Tal vez un mago jamás debería revelar sus trucos. Ni siquiera insinuar rastros, huellas de su oficio; sólo el efecto de su público cautivado le bastaría. La garantía, al fin y al cabo, de su verdadera perdurabilidad.

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