Punto de cruz (Jazmina Barrera)

Punto de cruz (2022)

Jazmina Barrera (1988)

Ed. Montacerdos, Ed. Almadía

ISBN: 978-95-693987-7-3

198 páginas

 

Al comienzo de este relato, apenas en la primera página, nos enteramos que ha muerto Citlali, una vieja amiga de Mila, la narradora. Un accidente en el mar de Senegal. Una muerte inesperada. Ese evento sorpresivo desencadena una especie de repaso en la vida de tres amigas: la narradora, Dalia y la misma Citlali. Antiguas compañeras de colegio, casi compañeras de universidad, compañeras de viaje, pero por sobre todo compañeras de historias y de bordado.

Punto de cruz es una novela que a ratos largos se troca en crónica de un viaje juvenil o que deviene en breves apuntes sobre la historia del bordado, ese arte practicado principalmente por mujeres, que ha sido por partes iguales una vía para someter como una herramienta para liberar del machismo a quienes ejercen ese antiguo oficio que rápidamente se le tilda de manualidad para quitarle el carácter de arte.

La historia se entreteje por varias vías, imitando tal vez el procedimiento de bordado, desenmadejando la historia común de estas amigas que pasan de la niñez a la adultez, y de las dificultades y violencias que viven en ese tránsito. La parte que mayor extensión ocupa en esta historia es el relato de un viaje a Londres y Paris realizado por las amigas, que sirve como pesquisa para ver cómo se relacionaban entre sí y para tratar de comprender al personaje más complejo del trío, la misma Citlali que sabemos se terminará apartando del grupo al punto de terminar en Senegal, como si quisiera cortar con todo vínculo anterior.

La historia de este trío no está idealizada, ni pretende hermanarlas en algún altruismo superior. No solo se quieren. También a ratos se enojan, se aburren unas de otras, se traicionan o guardan secretos. En ellas hay defectos, y en esos dobleces aparecen sus rastros de humanidad.

Hacia el final de Punto de cruz la nostalgia repleta las páginas de la novela. No hay ningún giro sorpresivo. Simplemente entendemos el ocaso de esta amistad y comprendemos de qué está hecha, de cómo perdurará en la memoria de estas mujeres que se compartían bordados, dechados, muestras de puntos perdidos en la historia de México y también en la historia, principalmente en la historia de las mujeres, que han tejido y bordado por siglos, como una forma de mantener un acervo comunitario, hacer comunidad y también ejercer su rebeldía ante la violencia a la que las mujeres siempre han estado sometidas.

El arte de esta novela, así como el arte del bordado, está en que con cada puntada se va completando, poquito a poco, el cuadro mayor que imaginamos desde un comienzo que estará ahí cuando la obra haya concluido; el misterio es que parece ser algo tan simple, pero sabemos que justamente aparentar esa supuesta simplicidad requiere un depurado trabajo. Así mismo se siente Punto de cruz.

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