Por qué hacen tanto ruido (2019)
Carmen Lloré (1947)
Editorial Overol
ISBN 978-956-9667-37-4
96 Páginas
Por qué hacen tanto ruido: al final del amor
Por Bernardita Muñoz
La literatura está llena de relatos amorosos. En este contexto Por qué hacen tanto ruido de Carmen Ollé (Overol, 2019) ofrece justo lo contrario. Si tuviera una banda sonora, Amy Winehouse podría cantar de fondo “Love is a losing game”. Esta novela también podría ser uno de los estudios de caso de Eva Illouz, quien documenta la forma en que el amor se disuelve, colapsa o se derrumba. Ollé detalla con precisión lo que ocurre cuando se rompen los lazos de afecto. ‘Desde que el amor se desvincula, los sentimientos se neutralizan, ya no existen como lazos. Ahora ya no les pertenezco dócilmente’ (p. 24).
La novela de Ollé es el diario de Sarah, una poeta en su treintena tal vez en la década del los 70s u 80s, que narra a través de anotaciones la antesala de su separación con Ignacio mientras viven en Lima junto a Sandra, su hija, en la casa de la madre de Sarah. Van al psiquiatra, quien les receta ‘una cura de nervios matrimoniales’ (p.17). A pesar de los antipsicóticos que toma Ignacio, experimenta delirios de persecución que le dan el título al diario.
La pérdida del amor coincide con el padecimiento de Sarah por la escritura ‘el verso me impide ser libre, es una especie de camisa de fuerza’ (p.9). Sarah escribe y padece la literatura como una droga para evadir y resistir la realidad. A la imposibilidad de escribir se suma el convencimiento de que ‘un poeta no necesitaba a una mujer poeta’ (p.17). Aunque no se reconocen como iguales. ‘Reverencié su poesía como un especie de liturgia’ (p.20). Entonces no sólo la relación asimétrica entra en crisis, sino que la creencia de que su unión los ha conducido a la fatalidad. Sarah también padece su trabajo ‘Quiero la valentía de mandar al diablo mi trabajo en la Universidad. Quiero el vacío o el vértigo que me depararía esa valentía’ (p.41); ‘¿quiero que todo estalle? Romperme. Empalidezco de hambre. Te sientes cercada sin dinero y caminas directo a la degradación’ (p.46). La mirada depresiva cubre la realidad como una manta que oscurece la experiencia. La camaradería del comienzo ha sido reemplazada por juicios, acusaciones, competencia, infidelidades, traiciones y resentimiento. Incluso el sexo es una violación.
Al final del final incluso afloran los conflictos que habían permanecido en estado larvario durante toda la relación, como el racismo de la familia de origen ‘Desde que me casé, la familia no dejaba de decirlo al despertarme, como un agrio saludo en la mañana, que yo era una blanca sucia. Ignacio era una mezcla de africano y oriental. Ese rasgo de belleza era imperceptible para los demás’; conflictos económicos ‘la literatura no nos dará de comer. La verdadera belleza es una amenaza’ (p.36) y de crítica de él hacia su escritura ‘…no puedo hilvanar frases y él lo sabe. Busca el instante preciso para recordármelo’ (p. 12).
Al sufrimiento de ella y la infidelidad de él se suma que deben desalojar la casa. El tono lúgubre de la intimidad y la falta de reciprocidad se han instalado sobre los vestigios de una década de matrimonio. Queda entonces un relato poético de una belleza dolorosa que nos hace recordar no sólo lo que hemos perdido, sino que nos conmueve con quien logra transformar el sufrimiento en una gema.