Cero (2021)
Claudio Bertoni (1946)
Ediciones Overol
ISBN: 978-956-9667-76-3
180 pp.
Un amigo me escribe que no le gustan los versos de Bertoni (Santiago, 1946), mucho menos la parada de poeta pop. Lo dice por la reciente publicación de Cero, que como un mantra vuelve a los temas que profundizó en Harakiri (Cuarto Propio, 2006), y a la vez, en su obra completa: la muerte, el tiempo perdido, dios y la enfermedad. Pero este 2021, Bertoni es más contingente. Recibe fotos, ve televisión, riega plantas y ve películas con finales felices. El telón de fondo es que hay una enfermedad amenazante. Apelando directamente a las batas blancas, al jabón y al personal de salud. Todo relacionado obviamente al COVID y a los efectos televisivos de la pandemia. En este nuevo libro Bertoni se aleja de los detalles, se acerca al verso corto. No enrarece las cosas por las particularidades de una casa perdida en Con-Con. Las palabras de Cero están habitadas por sillas, el wáter, cristianos y suicidios. Lugares aparentemente comunes en él.
Cuando fui adolescente pensé en el suicidio unas dos veces. La más importante fue en un mall mientras alguien me decía lo terrible que era como hijo. Bertoni tiene ese riesgo adolescente de pensar el suicidio como una forma de escape, algo que se dice y piensa al volver a la imagen de los chicos emos escuchando My Chemical Romance. La más interesante, para diferenciarlo de un joven aproblemado es la disyuntiva del tiempo cuajado por el ocio. El ocio es inexistente en la mayoría de los hogares chilenos, pero muchos tuvieron que hacerle frente luego de quedarse sin pega y verse obligados a estar encerrados por la pandemia. ¿Por qué estos temas tan brutales vuelven a la palestra? Las frases directas se repiten una y otra vez en Cero: “los/miedos /me hacen /picadillo”. Recuerdo la trillada lectura del Realismo capitalista (Caja Negra Editora) de Fisher donde el autor se pregunta sobre el fin del mundo: ¿será por el capitalismo desaforado o por la naturaleza? La pregunta parece un chiste y en el inminente fin atraviesa el libro por completo, este libro lo atraviesa desde la desesperanza, convirtiendo el capitalismo tardío en una expresión a la baja.
Como digo, Bertoni está cada vez más temeroso al incierto futuro, donde la vejez se resigna a un final inminente, por lo tanto, el binomio vejez y enfermedad se transpira como una amenaza en estos poemas que con tres o cuatro versos ocupan una hoja completa. Esa vejez que pareciera no aparecer en la literatura chilena, ni en ni una esfera artística (bueno, puede ser Agente topo, pero eso es una caricatura sobre los “abuelitos”). Este Cero no es lastimero, habla de la vida de un hombre de la tercera edad, la justifica y no se acerca a la victimización que buena parte de la producción literaria está alabando. Esta imagen abierta de la vejez abre muchas lecturas de lo que significa el pesimismo hecho realidad. El tratamiento de Bertoni es la soledad de los individuos enfrentada al cataclismo individual. Pero como sabemos una soledad sin personas no es soledad. Por eso mismo, la Revuelta Social a Bertoni le interesa poco y eso es un acierto. Porque acá afloran las muestras individuales del libro, no lo menciono despectivamente. Al contrario, me parece más real que el listado de libros que intentan buscarle una doble lectura a la Revuelta, donde la imagen épica de un puma es atravesada por el alarido de los cambios que no existen. Cuando Bertoni se refiere al miedo, es el miedo a alguien, miedo al otro como enemigo. No es extraño pensar en las chaquetas amarillas que con palos y fierros estuvieron durante todo la Revuelta defendiendo supermercados y condominios, en sus propias poblaciones, contra sus propios vecinos, donde el enemigo era un igual, otro enojado.
Esta lectura se puede relacionar con lo que Byung-Chul Han intenta explicar sobre los nuevos modos de vivir en las sociedades contemporáneas: “La violencia sufre una interiorización, se hace más psíquica y, con ello, se invisibiliza. Se desmarca cada vez más de la negatividad del otro o del enemigo y se dirige a uno mismo”. Esta tensión del otro hace reconocer en los poemas esa existencia de que el problema es la violencia cotidiana. El individuo vive amenazado dentro de sí frente a lo externo. Esto caracteriza a ciertas escrituras de clase media chilena. Donde los escritores ven su ombligo como el centro del universo y donde esta especie de hipérbole de la individualidad se permea con la contingencia. Bueno con esto doy la lata, vuelvo al libro.
No leo Cero como un diario. Me parece más un texto necesario, no sé si es legible en el futuro, pero hoy sí. Bertoni debe ser uno de los poetas más leídos y en este libro se acerca a la televisión, a la radio, a pequeños clips modernos que describen la situación actual en un corte versal interesante. El acierto del libro no es volver a los temas típicos de su obra (bueno, los temas de la humanidad), incluso los poemas de dios, o las preguntas relacionadas a la religión, son muy repetitivos y terminan por aburrir. A Bertoni no hay que leerlo por poemas, sino libro completo, como si su escritura fuera un poema largo nomás, una obra con pequeños cambios.