El mundo es redondo (Gertrude Stein)

El mundo es redondo (2020)

Gertrude Stein (1874-1946)

Traducción de Verónica Zondek (1953)

Ilustraciones de Constanza Fuenzalida (1990)

Bisturí 10

90 páginas

 

A pesar de tener una vasta obra y relacionarse con gente como Ezra Pound, Picasso o Hemingway, e influir, entre otros, a la banda inglesa Broadcast —el último disco que sacaron se llama Tender buttons en homenaje a ese libro inclasificable—, es probable que el lector promedio conozca a Gertrude Stein por ese verso que dice que una rosa es una rosa es una rosa.

Verónica Zondek, traductora del libro que comentamos, le hace justicia a la obra de Stein de la forma más insospechada: trayéndole al lector de este convulso siglo un libro originalmente pensado para niños.

El mundo es redondo, bellísimamente ilustrado por Constanza Fuenzalida, cuenta la historia de Rose, aunque decir contar es inadecuado: diríase que toma un tema, un nombre, una palabra y realiza variaciones, juegos, en torno a las posibilidades de un lenguaje que de pronto se nos revela como puro significante.

Stein nos obliga, como lectores, a volver a un etapa anterior a la solidificación de significados y significantes, operación tardía de la que somos tan poco conscientes. El mundo es redondo es un libro para niños no solo por su contenido como por el modo en que está narrado. Las palabras son materia dispuesta para jugar, como legos que arman un castillo que luego se transformarán en un puente o en una fortaleza.

Leamos, sin más, el comienzo del libro: «Había una vez un mundo que era redondo y en él podías dar vueltas y vueltas sin parar a respirar.

En todas partes había alguna partes había alguna parte y en todas partes había hombres mujeres niños perros vacas jabalíes conejitos gatos lagartijas y animales. Así es como era. Y todos perros gatos ovejas lagartijas y conejos y niños todos querían contarle a todos todo sobre eso y también querían contarlo todo sobre ellos mismos».

La enumeración caótica, que sus pares del siglo XX llevaron al extremo en la novela, Stein parece usarla para emular el habla de un niñe entusiasmado, con ganas de decirlo todo sin pararse a pensar en jerarquizaciones taxonómicas que desconoce. Rose, protagonista que irremediablemente nos recuerda a la Alicia de Carroll, va por este mundo redondo donde allí es allí y acá es acá. Un mundo que es puro lenguaje prescindiendo del mundo. Puro juego y goce.

No han sido pocos los poetas que han reparado en la estrecha relación entre infancia y lenguaje al momento de pensar sobre poesía. Desde las vocalizaciones torcidas del Trilce de Vallejo, pasando por las jitanjáforas vanguardistas de Huidobro o Guillén, es en poesía antes que en prosa donde este despliegue del juego con las palabras se nos aparece con más frecuencia.

«Soy una niñita y mi nombre es Rose, Rose es mi nombre
Por qué soy una niñita
Y por qué Rose es mi nombre
Y cuándo es que soy una niñita
Y cuándo es que Rose es mi nombre
y dónde soy una niñita
Y dónde está mi nombre Rose
Y qué niñita soy soy la niñita llamada Rose qué niñita llamada Rose», canta la protagonista de la historia, mientras juega con su perro Pepe y su primo Willie y giran todos en el mundo redondo del que pueden caerse y volver una y otra vez. Las ilustraciones de Constanza Fuenzalida acompañan el libro con una paleta de colores que recuerda al mejor Schulz, con esa paleta de colores pasteles que acompañó las viñetas de Snoopy y cía.

Decir mucho más sobre el libro sería intentar entender o darle un sentido a una lectura que, en nuestro modesto parecer,  está principalmente dirigida a niñes chiques y niñes grandes, para el disfrute del lenguaje como organismo vivo, materia de cosas tan dispares y distantes como un poema o un parte policial, una receta de cocina o una reseña como esta.

 

 

 

Jonnathan Opazo

Publicó "Junkopia" (2016), "Cangrejos" (2018), "Baja fidelidad" (2019) y "Cian" (2019).

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