Qué vergüenza (2015)
Paulina Flores (1988)
Editorial Hueders
ISBN 978-956-8935-61-0
224 páginas
Qué vergüenza es el primer libro de Paulina Flores. Se trata de un conjunto compuesto por nueve relatos con temáticas que se reiteran como si su autora tuviera ya un leitmotiv bastante acotado.
El primer relato, Qué vergüenza, es la historia de un hombre cesante que se hace acompañar por sus hijas cada vez que asiste a una entrevista de trabajo. En la ocasión que se nos muestra, el padre cae en una especie de cuento del tío. Es un relato excelente donde queda latente la vergüenza del padre ante sus hijas, no (solo) por su torpeza, sino por su incapacidad para hacerse cargo, para asumir un supuesto rol adulto, protegerlas y convertirse en el sustento que socialmente se esperaría de él. Es, además, un relato bellamente logrado, ya que aunque posee un narrador en primera persona, este está contaminado del punto de vista de una de sus pequeñas hijas, con lo que además tiñe de mayor vergüenza la historia simplemente por el contraste de la ternura con que su hija lo ve.
Luego viene “Teresa”, una historia sobre un encuentro sexual, y también tal vez sobre un desencuentro. El hombre del relato tiene una hija que anda dando vueltas por el departamento mientras él y la supuesta Teresa se encierran en el dormitorio. Acá hay un juego del narrador que se niega a darle un final convencional a la historia, se niega a presentar cabalmente al personaje principal, así como a cerrar el relato de frente al lector, provocando una ambigüedad que se traslada al personaje femenino, provocando un desconcierto muy bien logrado. “Talcahuano”, “Olvidar a Freddy”, “Tía Nana” y “Últimas vacaciones”, todas son relatos sobre familias rotas, sobre padres que no son capaces de asumir su papel, sobre hijos que quedan a la deriva o sobre el desacomodo que les produce su propio lugar en el mundo, desde la imposibilidad de sus padres.
“Espíritu americano” se sirve de ese mismo desacomodo para contar sobre un par de muchachas que se juntan a recordar el momento que tuvieron juntas en su vida, como meseras de un restaurant. En “Laika” presenciamos el lento proceso que hace un hombre para ganarse la confianza de una niña, hasta aprovecharse sexualmente de ella. Esa idea de la perdida de la inocencia (ya sea sexual o el término de la inocencia infantil o fin anticipado de la niñez), es uno que se repite en varios de los cuentos. Es, por supuesto, un relato chocante en cuanto a sus alcances y daños. Finalmente, “Afortunada de mí” es un relato que amenaza con extenderse hasta convertirse en una novela corta, en el que la autora experimenta con la estructura, fraccionando la cronología, donde se nos cuenta por dos cuerdas sucesivas la historia de un mismo personaje femenino hasta situarlo en el momento actual, un momento de desasosiego y ruptura con el mundo que lo rodea, con una cierta incapacidad para adaptarse al mundo.
Este conjunto adolece de un par de defectos que a la luz del resultado final resultan harto menores: las voces de sus personajes infantiles tienden a ser muy adultas, muy bien hechas, y el rango temático de sus cuentos es más bien limitado. Pero ninguno de esos pequeños defectos destruye las virtudes del conjunto, mucho más numerosas e importantes.
Lo que más llama la atención de estos relatos es la forma en que están narrados. Paulina Flores se toma el tiempo que la historia exige para relatar, para describir, para construir no solo el tono, sino que el contexto de la historia, para efectivamente erigirla y no solo bosquejarla. No hay acá ningún mal entendido minimalismo, por el contrario, hay un despliegue cabal del relato frente al lector. Cada cuento se juega su valor en las capacidades narrativas de la autora, en lo que se expresa, no en lo que escamotea. Desde ese despliegue es que estos cuentos triunfan con largueza.
Quiero enfatizar el concepto de la descripción narrativa que tan bien trabaja Paulina Flores, que tan bien usa para crear el mundo en el que se mueven sus personajes. Hoy en día existe una especie de moda bajo el sello de lo autocontenido, del minimalismo, que se ha extremado al punto de una narración trunca, una narración que no es narración, que más que elección técnica parece una limitación del autor, algo que resulta más cercano a la incapacidad de expresar que al pretendido silencio. Paulina Flores se sitúa con soltura en la vereda opuesta de esta moda y desde ahí construye sus relatos, los conforma y describe a cabalidad, permitiéndonos contemplar a sus personajes rotos, sin caer en los excesos, sin elevar la voz. Desde esa elección se muestra como una autora sorprendentemente completa, especialmente considerando que hablamos de su primera publicación. Se trata, en suma, de un excelente y promisorio debut.
No hay forma de tener el cuento Que VergÜenza. Solo ese cuento, no me refiero al libro que publicó con el mismo nombre. Gracias. Me gustaría tener una probadita de su pluma con ese cuento de que también muchos hablan. Saludos.
una hermosa mujer , muy autentica y la veo muy feliz de la vida, espero tener pronto su libro y disfrutarlo , dale Paulina llegaras muy lejos