Autorretrato de Chile (Nicomedes Guzmán)

Autorretrato de Chile (1957)
Nicomedes Guzmán (1914-1964)
Ed. Zig-Zag (1974)
Inscripción N° 19.679
490 páginas
“El tata cura nos dice que Dios es bueno y el demonio malo; por lo tanto, no hay por qué temer a Tata Dios, y en cambio, el hombre y la mujer prudentes deben prenderle una vela al diablo, por si acaso.”
(Ernesto Montenegro, “El Folklore, esencia de Poesía”)
Hubo alguna vez en Chile, como creo ya lo he dicho en alguna reseña anterior, un grupo de autores, pertenecientes a la Generación Literaria de 1938, quienes, entre sus principales consignas (independiente de que se manifestara o no abiertamente), estuvo la de terminar con el criollismo imperante. Y digámoslo desde ya, con sus medios y desde su propuesta lo consiguieron, pero lo hicieron sin abolirlo por completo, sino que cambiando el punto de vista desde los campos y la vida bucólica que dejaba de existir en los primeros decenios del 1900, llevándolo, en cambio hasta las ciudades, a la vida de los conventillos, de la gente pobre, corriendo en búsqueda de una oportunidad en la vida. Nicomedes Guzmán fue uno de los protagonistas de este recambio generacional. Y no solo como escritor, sino que también como promotor de aquel movimiento, de este refulgir del hombre común y corriente de las urbes en Chile.
Fue por eso que, más cercano al final de su carrera literaria, en la animación de hacer cosas que hablaran de su Chile, desde la literatura, resultara tan criticado por el giro que significó, ideológicamente hablando, este Autorretrato de Chile.

  
“En esas noches Santiago se vuelca a las calles. Son ríos de gentes. Y es como un rito. La Alameda, las fondas, el trago, el canto y la cueca. Como se celebró antaño. Como se celebrará siempre. Con el traje de percal pintón, las albahacas y los claveles al pecho y la guitarra glosando las esperanzas porfiadas de un querer. Fiesta criolla. Eslabón para seguir atando al pasado la modalidad de una raza fuerte y tenaz.” Marta Brunet- Esquemas de Santiago.

 Autorretrato de Chile, más que una antología de autores, es un compendio de ensayos, cuentos y relatos que tienen como único protagonista a Chile, desde cualquiera de las perspectivas que los autores convocados quisieran afrontarla. Guzmán nos cuenta que, la gran mayoría de relatos incluidos, fueron escritos específicamente para esta publicación. Dentro del conjunto de autores que respondieron a la convocatoria nos encontramos con un puñado de lo más granado que ha tenido nuestra literatura nacional: Neruda, Mistral, Manuel Rojas, Marta Brunet, Eduardo Barrios, Pablo de Rokha (quien participa con un extracto de su Epopeya de las comidas y las bebidas de Chile), Luis Durand, Daniel Belmar, etc. Todos ellos quienes, en diferentes momentos, recibieron los más altos reconocimientos literarios (tanto que me hizo pensar que se debe tratar de la reunión de narradores y poetas más virtuosos que hayan tenido nuestras letras), incluyendo dos Premios Nobel y un sinfín de Premios Nacionales de Literatura.
 “Tampoco sabría decir cómo es el hombre chileno; es de todo, y prefiero no enumerar ese todo. Los que dividen a los chilenos en capas, como la torta, o en tajadas, como el cadáver, diciendo cómo está compuesta, mental y sensitivamente cada capa y cada tajada, tienen una mentalidad de administrador de hacienda o una de síndico que liquida una quiebra. No sabría decirlo.
He conocido individuos chilenos de todas clases, hasta de esos que es preferible ignorar, ya que no tienen salvación: no depende de ellos y nadie podría salvarlos. Dejémoslos. He conocido hombres como de madera, como de sonrisas, como de vinagre, como de aire, como de flores, como de pezuñas; apasionados, fríos, torpes, inteligentes, humildes y orgullosos, poderosos y sencillos, hediondos y fragantes, tristes o alegres, conversadores o taciturnos. ¿Cuál de ellos es el chileno? Pregúntenselo al administrador o al síndico. Para mí lo eran todos, y no he conocido a todos.” (Manuel Rojas “Chile, país vivido”)
 Así, cada autor va tomando un tema de su interés. Rojas habla sobre los hombres chilenos y sus características, De Rohka sobre las comidas, unos sobre el norte desértico chileno, otros sobre aquel sur que no afloja en lluvias torrenciales durante todo el año.
El conjunto resulta en una descripción lírica de Chile, poética y antojadiza, que trata de asir el alma de aquello que es una multiplicidad inabarcable. El resultado es, como es lógico, sumamente dispar: a momentos bellísimos en descripciones, estampas e imágenes, a los que siguen otros logrados con mucha menor fortuna. Pero sí, la calidad de sus autores asegura momentos de una lucidez única.
Como decía al comenzar, a Nicomedes Guzmán se le criticó bastante cuando hizo esta publicación bajo su dirección. Es lógico, luego de haber luchado contra una forma de literatura que hacía apología de los lugares, paisajes, gentes (sin considerar sus destinos sino más bien sus meras costumbres), terminó redundando en esta especie de antología donde el fin justamente ha sido aquel, la apología de todo un país, palmo a palmo. Y esas críticas tienen toda la razón, pero el tiempo, el paso del tiempo, han hecho a esa discusión estéril. No creo que nadie sea capaz, hoy por hoy, de desestimar un tipo de literatura a favor de otra solo por la forma en que se plantea (forma, en su sentido estético). Más bien resulta una discusión agotada, donde hoy por hoy caben más bien las preferencias personales, idealmente bien razonadas y fundadas, por cierto.
Esta discusión que suscitó este libro, y que ahora se las relato, debiese servir como advertencia: es un compendio que exige un lector conocedor del Naturalismo y del Criollismo, que sea capaz de apreciar su belleza y disfrutarla, que se deje guiar lentamente por sus descripciones, buscando en ellas y no en las acciones desenfrenadas (que no existen en este caso) la belleza creativa que ha evocado el autor en su mirada nostálgica de Chile. Desde ahí su absoluta relevancia.
G. Soto A.

Cofundador y administrador de Loqueleímos.com. Autor de "Liquidar al adversario" (2019, Libros de Mentira).

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