Las leyes de la frontera (Javier Cercas)


Reseña remitida por:
José Vaccaro
Las leyes de la frontera (2012)
Random House Mondadori
ISBN: 8439726880
Javier Cercas (1962 – X)
382 páginas
22 euros
     Javier Cercas se inviste de la bata blanca de forense, coge el bisturí de cuatro filos y la sierra y nos disecciona una parte de nuestra historia, la que va desde finales de los años setenta del siglo pasado hasta prácticamente nuestros días. Un periodo convulso que enmarca lo que se ha venido en llamar Transición, una entelequia que hoy es fruto de adoración por gentes que no la vivieron y pontifican sobre ella con total impunidad y desvergüenza. La visión de esa época, urdida con mimbres nostálgicos por el autor —los porros, los recreativos Vilaró, las putas, el primer polvo, los albergues— en la ciudad de Gerona, está tocada con una pátina a la vez que rancia, comprensiva y preñada de una caridad muy cercana al cariño. Una pátina, si se me permite, entre romántica e inocente. Una aclaración debo hacer, y es que en este caso romanticismo e inocencia son valores positivos que no deben confundirse con lo ilusorio o lo falseado.
      Es inevitable que el lector que vivió aquella época la enfrente a la realidad de hoy, tan distinta la una de la otra. La delincuencia propia de aquel periodo antediluviano y neolítico, artesanal y manual, contrasta con la actual de guante blanco propia de la Guerra de las Galaxias, en la que el lado oscuro de la fuerza tiene como herramientas la distancia que la informática y su anonimato pone entre delincuente y víctima, allí donde antes había contigüidad y cercanía. La sirla y el puñetazo substituidos por el Samsung Galaxy y Google, por no hablar de la picaresca que hoy enseñorea a eso que llamamos democracia, contaminada por una corrupción galopante. Robin Hood y Luis Candelas contra la trama Gurtel, o Pretoria, o el Palau de la Música, o Mercurio, o…
      El Zarco, su nacimiento como delincuente, su auge y su caída es el eje de la novela. A su lado el resto de protagonistas —el Gafitas, Tere, el Guille— son como las lunas de Saturno girando a su alrededor, esforzándose para que su fuerza centrípeta —al igual que pasa con el planeta— no los engulla y fagocite. La psicología de aquel tipo de delincuencia tan hija de su tiempo, con referentes reales como el Vaquilla o el Lute, está reflejada con grano fino en cuanto a sus motivaciones, forma de actuar, origen y evolución, hasta llegar a su acta de defunción por pura obsolescencia. Como todo en esta vida tenía fecha de caducidad, y uno de los aciertos de Cercas es señalarnos en negrita los cambios sociales, políticos y económicos —también la suma de años de sus protagonistas— creadores de un nuevo marco en donde un enquistado y petrificado Zarco ya ni tiene, ni puede, encontrar su lugar bajo el sol.

      Cercas construye la historia de manera dialogada, un estilo duro y cortante que tiene como antecedente más reciente La llamada de un extraño, de Rafael Alcalde, y en un pasado no muy lejano El Abuelo, de Benito Pérez Galdós. Es un estilo difícil por cuanto comporta muchas limitaciones al renunciar al narrador, que siempre es un contrapunto y un recurso para que el novelista pueda llenar “vacíos”. Un estilo perfectamente adecuado y ajustado a la historia del Zarco porque al oírla relatar de viva voz por sus protagonistas adquiere un verismo, una implicación y una proximidad que de otra forma se hubiera perdido o hubiera sido muy difícil de lograr. Además dota a la novela de una visión poliédrica en base al personaje que en cada momento y capítulo monologa de manera estanca. La secuencia histórica de las diversas entrevistas, que en la ficción responden a la preparación de un libro, perfectamente pautada y medida, permite establecer una cronología de los hechos que avanza y se asienta en cada etapa de la narración con rotundidad y plenitud creando, en quien tiene Las leyes de la frontera en sus manos eso tan difícil —y que en la solapa de los libros los publicistas anuncian a bombo y platillo, aunque la mayor parte de las veces sea falso—, la avidez para seguir leyendo. Que en este caso es verdadera.
      En Las leyes de la frontera la forma literaria potencia el contenido material de la novela, su trama —su argumento—, entrelazándose y potenciándose ambos componentes hasta no llegar a saber en dónde está y/o acaba el uno y comienza el otro. Una simbiosis, un ecosistema de vasos comunicantes casi biológico que se retroalimenta, y que con otras pautas del cuaderno de escritura más “convencionales” perdería fuerza, sinceridad y eso que apreciamos tanto los novelistas que es la credibilidad y la honradez para con el lector. Las novelas de Cercas están trabadas con una osadía formal y estilística que no se ajusta a ningún molde “académico” preestablecido. Incluso en Las leyes de la frontera el carácter dialogado no es puro. Como ejemplo claro de su escritura, puesta al servicio de la historia que cuenta, en tanto su único referente, no es ocioso citar Soldados de Salamina, en donde la construcción, destrucción y reconstrucción de la trama es permanente y lo único que importa es la literatura en su concepto más puro.
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