Desgracia (1999)
John Maxwell Coetzee (1940 – )
Nuevas ediciones Debolsillo (Random House Mondadori)
ISBN: 9789875666269
ISBN: 9789875666269
271 páginas
Precio referencial: $16.500
Permítanme partir perdiendo la compostura y, en cambio, ser entusiasta, como siento que debo serlo con esta novela.
Desgracia es un libro increíble, genial, demoledor, excelentemente escrito, profundo y abundante en temáticas. No me lo esperaba. La torpeza es mía, el autor es Premio Nobel de Literatura 2003; mis expectativas debieron haber sido altas desde un primer momento. Un brevísimo desvío antes de seguir adelante. El nombre de esta novela en inglés es Disgrace, lo que traído a nuestro idioma se acerca mucho más a vergüenza o deshonra. Ello está íntimamente ligado con el contenido de la novela, no tanto así la palabra “desgracia” que se utilizó para titularlo. Hecha esta aclaración sigo adelante.
Les cuento de qué va el argumento:
David Lurie es un hombre maduro, profesor universitario, de más de cincuenta años, que nota cómo su vida ya ha tomado la curva en descenso. Cuando comienza la historia lo conocemos visitando regularmente a una prostituta. Es aquello lo más parecido a una cercanía intima con otra persona. Su vida se ha desecho en dos divorcios, en el distanciamiento de la demás gente, en el distanciamiento hasta de sí mismo. Los sueños se han acabado, lo mejor de la vida ya ha sido, y nada de eso aparece en la fotografía.
Le sorprende que una hora y media por semana en compañía de una mujer le baste para sentirse feliz, a él, que antes creía necesitar una esposa, un hogar, un matrimonio. En fin de cuentas, sus necesidades resultan ser muy sencillas, livianas y pasajeras, como las de una mariposa. No hay emociones, o no hay ninguna salvo las más difíciles de adivinar: un bajo continuo de satisfacción, como el runrún del tráfico que arrulla al habitante de la ciudad hasta que se adormece, o como el silencio de la noche para los habitantes del campo
Cuando la prostituta lo deja (sigo en las primeras cinco páginas de la historia, no consideren esto un spoiler) se involucra con una de sus alumnas. El protagonista pareciera querer asirse a la juventud de la muchacha, mayor de edad. Avanzo rápidamente: sí, es descubierto, sí, escapa dejándolo todo atrás, sí, termina viviendo en el campo con su hija, la misma que no ve hace mucho tiempo, la misma con la que no tiene contacto, aquella que lo ha desilusionado en la vida, no como hija, sino que lo ha hecho sentirse decepcionado de sí mismo como padre. Aquí es donde se asienta la narración, acá es donde descansa el tema principal.
Lucy es el otro personaje relevante de esta historia. Lucy, su hija, lesbiana, que ha dejado todas las comodidades de la vida urbana atrás para vivir en el campo, sola, en un país postapartheid, peligroso, inseguro, especialmente para una mujer sola.
Coetzee escribe con la soltura con que se cepillan los dientes. Narra increíblemente. Elige un narrador en tercera persona para escribir este relato, pero no cae en el tiempo pasado, como lo hacen el 9 0% de las novelas con narrador, sino que adopta el tiempo presente. Aquello da una sensación de estar observando las cosas, los sucesos y especialmente los tiempos muertos, aquella apariencia de estar perdiendo cosas que tiene el protagonista, estar perdiendo el tiempo, haber desperdiciado una vida, la crianza de una hija, oportunidades matrimoniales, haber desperdiciado incluso a la prostituta que tan bien lo trataba. La vida del hombre maduro, que viene de vuelta cuando pareciera que ya no hay más vida que vivir, el enlace entre padre e hija, las opciones sexuales, el Sudáfrica postapartheid, la juventud, la humanidad, el trato a nuestros animales; todo esto y mucho más son los temas que aborda.
Y la escena final, una escena en que el protagonista no cambia —ni siquiera después de todo lo vivido—, en la que pareciera no aprender, estar demasiado viejo para superar cualquier escollo, para creer, para esperanzarse de nuevo, para sentir otra vez, esa última escena, decía, es demoledora como pocas. Una escena donde el personaje principal hace exactamente lo mismo que venía haciendo todo el tiempo y que, en ese mismo sentido, es dramática hasta decir basta.
Un imperdible.
Un imperdible.