28 de Marzo. Vida, tragedia y memoria (Cristóbal Gaete, Gonzalo Olivares)

28 de Marzo. Vida, tragedia y memoria 

Cristóbal Gaete, Gonzalo Olivares 

Editorial Corazón de Hueso 

126 páginas

 

 

Por Cristofer Vargas

Se convirtió la alegría en un pavoroso espanto 

 

El 28 de marzo de 1965 un terremoto de 7,6 grados Richter remeció la zona central del país. Minutos después, el embalse de relave del campamento minero El Cobre, instalado en el sector El Melón,  comuna de Nogales, cedió y sepultó a un pueblo entero. 28 de Marzo: vida, tragedia y memoria (Corazón de hueso, 2022), es una crónica documental realizada en conjunto por Cristóbal Gaete Araya  y Gonzalo Olivares Díaz que relata la vida y posterior tragedia que azotó al pueblo minero.

El libro se divide en dos partes: Memoria y Herida. El trabajo documental, pone a disposición la voz y la escritura para, a través de registros visuales y testimonios, narrar que antes del arrase hubo arraigo, historia, comunidad y tradiciones. Memoria nos dice que la tragedia no puede ser concebida antes que la vida.

La vida en El Cobre estaba marcada por la naturaleza de su geografía. “Los campamentos estaban rodeados de esteros y quebradas que traían agua desde la cordillera.” Como recuerda Checho Olmos, sobreviviente al desastre: “El follaje era tupido, la luz del sol penetraba en sus rincones y el color del lugar se volvía único. Así crecieron muchos niños y niñas, llenos de naturaleza y aire puro en sus pulmones, a pesar de la explotación minera” p.58.

Las familias acostumbradas a pasar días en estos entornos, pescaban, observaban pájaros y nadaban en las pozas naturales que formaban las quebradas. La infancia en El Cobre se pasaba jugando a la pelota o durmiendo bajo un árbol de durazno. La vida continuó así hasta el 28 de marzo de 1965 a las 12:30 horas cuando comienza la Herida.

Zona de cementerio 

El relave es el material que se desecha en la explotación de minerales como oro y cobre, piedra molida y agua que separan la materia útil del desecho. Solo el 1% de lo explotado es material útil, el resto es relave. La piedra pasa de estado sólido a una consistencia espesa que decanta al fondo de un lago amurallado por un embalse o tranque. Este, como la mayoría de otros procesos industriales acaban con gran parte de la vida que circunda a los yacimientos de explotación.

El campamento El Cobre no fue la excepción, ubicado a pies de la ladera del tranque, como declaró la Revista en viaje “más de doscientos millones y medios de toneladas se precipitaron sobre el tranquilo caserío, arrollando más de ochenta viviendas en que moraban más de doscientas setenta personas.”  (Revista en viaje, Mayo 65). 

La tragedia se vuelve incomprensible para quienes sobreviven como se aprecia en el registro fotográfico.  En el rostro de los y las supervivientes no hay palabras, solo confusión y perplejidad. En alguna fotografía, madres miran al cielo con indignación, en otra, titulada “La Espera”, se muestra a una mujer sentada a los pies de un árbol, lleva un niño en brazos y mira dentro de sí misma algo al fondo del paisaje. La descripción de la fotografía dice: “Algunos de los sobrevivientes de la catástrofe de El Cobre, rodeados de parientes, esperan. Ni ellos mismos saben qué”. (La Segunda, 1965).

“La gente había hecho unos hoyos en la tierra seca y en el momento que llegamos seguían haciendo estos hoyos, en un ambiente de muchos gritos y de mucho dolor, y sobre todo en la angustia de no saber si se estaba sepultando a tu ser querido o no, pero la gente estaba llorando por la persona de su casa que había desaparecido, no estaba, entonces había que sepultar lo único que les traían” p. 104.

Un acto de imprevisión criminal y de profundo desprecio por la vida humana, fue como catalogó el suceso el comité de trabajadores de El Cobre. Un terremoto bota las casas, pero no arrasa un pueblo entero. 28 de marzo es un homenaje a las vidas de quienes crecieron y murieron en ese lugar. La crónica evoca la presencia de quienes aún buscan ser nombrados. Este libro, con una elaboración de diseño destacable, produce un efecto de revelación que fortalece el testimonio, acercándonos de forma inmersiva a los hechos. Algo así como una declaración, la evidencia visual y por escrito de que en ese lugar hubo personas y que de un momento a otro, solo quedó ruido.

Cristofer Vargas Cayul

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