Un relato policíaco (Imre Kertész)

Por: Juan Jabbaz

Un relato policíaco

Imre Kertész (1929-2016)

Acantilado

ISBN 978-84-96489-85-1

104 páginas

Antonio Rojas Martens espera su ejecución en una celda, la espera tranquilo, sin pedir perdón, sin pedir misericordia, la espera escribiendo: “Una historia sencilla. Podrá calificarse de atroz. Ello, sin embargo, no altera ni un ápice su sencillez. Es decir, quiero contar una historia tan atroz como sencilla”.

Ese cuaderno que escribe Mertens comienza con estas palabras, es Un relato policíaco de Imre Kertész, Premio Nobel de Literatura 2002, que en el prólogo de esta edición advierte que tuvo que situar la historia en un país sudamericano ficticio para que pudiese ser publicada en alguna de las editoriales estatales de la Hungría comunista.

Y aunque Kertész asegura que no sacrificó nada de la trama, dice que el trabajo le significó un desafío especial porque la novela no estaba basada en una “historia existencial inmediata y angustiante”, como cuando retrata la vida al interior de un campo de concentración. Un desafío que tuvo que resolver en dos semanas, lo que según él le dio frescura a la narración. Algo que su lectura reafirma.

Ahora de nuevo a la trama, Mertens espera tranquilo su muerte, sin excusarse, escribiendo. Va a ser ejecutado porque durante la dictadura de su país fue miembro de esa policía secreta que todos los países latinoamericanos no ficticios hemos lamentado alguna vez, encargada de la represión política y que se especializa en hacer hablar a los enemigos de la dictadura y luego silenciarlos. Una policía paranoica y homicida.

“De hecho, fue por aquellas fechas cuando empecé a percibir dónde estaba y en qué me había metido. […] Sabía, desde luego, que el Cuerpo aplicaba otra vara de medir; creía, aun así, que tal vara existía. Pero no existía, y de ese modo empezaron mis dolores de cabeza”.

Mertens, que participó en varios asesinatos y torturas, utiliza un caso específico para explicar los alcances de la policía secreta: el expediente Salinas. Un padre con su hijo, propietarios de una extensa cadena de supermercados, fueron detenidos y asesinados por el Cuerpo, lo que provocó conmoción y sospecha en una sociedad que, bajo estas circunstancias, no acostumbraba a expresarse.

No es un destripe, desde el comienzo del libro sabemos cómo termina la vida de los Salinas, en este relato no hay un enigma que se resuelve al final y que hace encajar todas las partes, pero hay misterios que se van develando sutilmente. Uno de ellos es la lógica operante de una policía que primero está al servicio del Poder y luego de la Ley. Una lógica que intenta darle coherencia a una serie de datos que están enmarcados en un contexto determinado y delirante. La policía es la que le da sentido a la realidad.

Mertens, para conseguir explicarlo, no analiza al grupo como un solo elemento (aunque lo sea), sino que intenta interiorizarse en los personajes que lo acompañan en este, Díaz y Rodríguez. Esto lo consigue por medio de la observación directa, relatando cómo actuaban sus compañeros en distintos escenarios, con el repaso de algunas conversaciones que tuvo con ellos, y reflexionando sobre el pasado. Así, desde la descripción individual, desde los matices, finalmente logra representar al grupo completo.

“Nuestra carrera entraña riesgos, una vez que has empezado solo queda la huida hacia delante, como solía expresarlo Díaz (ya saben ustedes, aquel al que buscan en vano)”.

Pero no es lo único que devela Mertens por medio de este caso, también intenta profundizar en las motivaciones de aquellas personas que padecen el actuar del Cuerpo y la dictadura, como Federico y Enrique Salinas. Y lo hace volviendo constantemente a los hechos acaecidos desde diversas perspectivas (la de los otros personajes), y por medio de los recursos que utiliza un miembro de la policía secreta para obtener información fidedigna: interrogatorios, chantajes, vigilancia, grabaciones y textos confiscados.

Métodos de tortura e investigación que le permiten a Mertens revelar, muchas veces sin entender completamente, los elementos que movilizan o paralizan al ser humano dentro de un contexto tan extremo e inmediato como una dictadura.

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