Este miércoles 6 de julio se lanza la revista de cultura y política latinoamericana Raza Cómica en el Espacio CEAT, dirección Dardignac 172.
Durante la presentación, compartiremos nuestro primer año de trabajo, los seis meses de marcha blanca del sitio web, las ideas y propuestas que movilizan a esta revista, como también sus contenidos, publicaciones, colaboradores y proyecciones.
Habrá cóctel y música latinoamericana.
Las costumbres del lanzar / Por La Raza /
El acto de lanzar es tan antiguo como el de recibir (y quizás más viejo aún). El simio que empuña la tibia en la escena de obertura de 2001, la tira al aire en un gesto primigenio de triunfo y celebración. Podemos imaginar esa osamenta girar lentamente recortada contra un cielo promisoriamente azul y aprovechar la elipsis para desplazarnos hacia formas de lanzamiento más actuales. La de cohetes en la carrera espacial, por ejemplo, con sus escandalosas polleras de nube y fuego enroscándose alrededor de la plataforma. Y está, cómo olvidarlo, esa pelota plástica con un mapa del mundo dibujado en su liviana preñez, que disparada a las alturas reclamaba un imperativo: ¡alto ahí! Con los pies firmes en la tierra y contorsionando nuestros cuerpos para no ser golpeados nuevamente, así queremos presentar esta nueva y enigmática apuesta editorial.
Lanzar es desprenderse, arrojar, compartir, liberar y explorar la resistencia de la “gravedad” en su doble acepción de ley de atracción e imposibilidad de sonreír. Por eso el comité editorial de esta revista de cultura y política latinoamericana los invita a su lanzamiento público donde, cual hombres y mujeres bala, nos quitaremos la máscara (y nos probaremos otras) dispuestos a chocar con blancos aún por definir.
Sabemos que es imposible prescindir de la fiesta en este breviario, ese otro espacio simbólico de gasto y exceso, que también tiene aparejado dinámicas de lanzamiento (¿lanzarse o no lanzarse? he ahí el dilema de todo evento). La colorida inutilidad de la challa, su frenética lluvia de tupidos lunares, demuestra bien el objetivo de dilapidar que tiene el gesto. La acumulación, ya se ve, es lo contrario al acto de lanzar. Y hay que tener presente que, para la tradición andina, sincrética y rabiosamente pagana, challar es bendecir con agua ardiente lo nuevo. Esa plegaria hereje que se eleva para que lo recién nacido, lo creado en este caso, no tan sólo perdure, sino que crezca y se desarrolle (y en la que cualquier autoría necesariamente se diluye dentro del tejido orgánico del colectivo). Esa plegaria invocaremos en los fraternos azares de la fiesta.
Esperamos que sean parte de este lanzazo colectivo con el que intentamos recuperar en conjunto algo de esa cultura latinoamericana arrebatada y dispersa por territorios que desbordan lo continental y sus esencias. Acompáñenos a la presentación de este proyecto del que deseamos (el deseo que no se lanza se pudre), también formen parte.