Los mejores relatos. Visiones de Kachgar (Ednodio Quintero)

ednodio

Reseña enviada por María Candel

Los mejores relatos. Visiones de Kachgar (2006)

Ednodio Quintero (1947 – X) –

Editorial:  Bid & co

ISBN: 980-6741- 40-4

204  páginas

Precio referencial:  6 dólares

 

«Escapo como un caballo en llamas y emprendo una carrera vertiginosa rumbo a los parajes insospechados donde me aguarda mi destino».

Conocí la obra de Ednodio Quintero en los talleres de Escritura Creativa de Israel Centeno, con el que compartimos clases memorables y la afición a los parques. Por entonces, nos hablaba de que era uno de los escritores venezolanos que más admiraba, con una obra original que abarca todos los géneros narrativos. Quisquilloso y perfeccionista al máximo, sus cuentos son pequeñas piedras que va puliendo hasta encontrar la veta preciosa que cada uno encierra en sí mismo. Un escritor que reelabora sus textos buscando la manera más decantada de abordar los temas con una riqueza verbal, que hemos visto crecer con los años. Parco en palabras, economiza el lenguaje hasta dar con la expresión que mejor define sus ideas. Creador de un bestiario que habita en sus sueños y fantasías de la niñez —los que mezcla y confunde para crear un lenguaje personalísimo—, recurriendo a su cantera personal donde  los guarda almacenados desde la infancia, cuando pasaba los veranos con sus tíos en el campo, y allí, sin luz, negra la noche, escribía y escribía hasta bien tarde, a la luz de tres velas:

Yo nací en  un lugar agreste de la alta montaña. Entre peñascos y farallones: en una casa de piso de tierra apisonada, paredes blanqueadas con cal, techo de niebla.

La atmosfera favorita de su mundo ficcional son sus parajes andinos, recurrentes y obsesivos a los que regresa una y otra vez para cobijar a sus criaturas. Sus temas  fetiches desde los primeros tiempos de sus escrituras, como el amor, el erotismo, la muerte, el incesto, han ido evolucionando al ritmo que iban cambiando sus propias transformaciones y aprendizajes de vida.
Con “La muerte viaja a caballo”, su ópera prima, gana en 1972 el premio de la revista mexicana El Cuento Ilustrado, cuyo jurado presidia Juan Rulfo. La redondez de su estructura amalgama los personajes que son uno en el espejo,  el abuelo y su doble alado que viene en su busca, cumplidor de su destino.

A horcajadas en un caballo negro, por el estrecho camino paralelo al río, avanzaba la muerte en un frenético y casi ciego galopar. El abuelo, desde su mirador, reconoció la silueta del enemigo. Se atrincheró detrás de la ventana, aprontó el arma y clavó la mirada en el corazón de piedra del verdugo. Bestia y jinete cruzaron la línea imaginaria del patio. Y el abuelo, que había aguardado desde siempre ese momento, disparó. El caballo se paró en seco, y el jinete, con el pecho agujereado, abrió los brazos, se dobló sobre sí mismo y cayó a tierra mordiendo el polvo acumulado en los ladrillos.

En “La Venganza” toca de frente el tema del incesto y el erotismo, en el medio rural donde los pecados y los placeres conviven de una forma natural formando parte de las fuerzas de la naturaleza:

Cuando a ella se le notaron los síntomas del embarazo, el padre enfurecido gritó: “Venganza”. Buscó la escopeta, llamó a su hijo y se la entregó diciéndole:

-Lavarás con sangre la afrenta al honor de tu hermana.

Él ensilló el caballo moro y se marchó del pueblo, escopeta al hombro. En sus ojos no brillaba la sed de venganza, pero sí la tristeza del nunca regresar. 

“El caballo amarillo”, cuento visual y onírico, de fuertes imágenes, donde el caballo se sueña hombre y el hombre caballo, en una metamorfosis que da paso al escritor, para retratar los duros rasgos de la vida cotidiana de un hombre y una ciudad cualquiera. Narración de imágenes que no dan cabida a las metáforas poéticas; realista y crítica sin misericordia:

Al llegar a mi casa me aguardan los gritos de mi mujer y el llanto de nuestros hijos. Mi mujer ha enflaquecido y los senos le cuelgan como una piltrafa. Los chicos tienen hambre. Patalean y me saltan encima y se me suben por todas partes como hormigas. Me derriban, aúllan y pisotean mi cuerpo fatigado. Entonces me despierto y libre ya de pesadillas me afinco en mis patas traseras, de un salto me levanto, relincho de contento, galopo y el viento sacude mis crines amarillas.

Por un rato ando extraviado entre el humo de las fábricas, el ruido de los autos, el bullicio de los chicos que juegan al fútbol, las piernas rollizas de una mujer alta y rubia que arrastra un perro de pelaje oscuro. Y un viejo amigo que me saluda llorando. Otra vez escapo y creo refugiarme en la silenciosa intimidad de una iglesia. Me aturde la voz afeminada e irritante de un joven sacerdote, ojos azules y mejillas recién rasuradas, que agita un cristo con cara de perro regañado y vocifera en un idioma extraño, mezcla de latín; sánscrito y arekuna. Me escurro sigilosamente y vomito en la acera.

 

En “El tatuaje”, el componente fantástico brilla en este cuento de amor reposado, con el hombre que se siente a resguardo de todos los males de este mundo y al que se apuesta la felicidad, pero cuando un día es traicionado, desata todo el dolor en furia vengativa:

En la soledad de su aposento, la mujer daba rienda suelta a su llanto y a ratos, como si en ello encontrase algún consuelo, se acariciaba el vientre adornado por el precioso puñal.

El dolor fue intenso, y también breve. El otro, hombre de tierra firme, comenzó a rondarla. Ella, al principio esquiva y recatada, lentamente fue cediendo terreno. Concertaron una cita; y la noche convenida ella lo aguardó desnuda en la penumbra del cuarto. Y en el fragor del combate, el amante, recio e impetuoso, se le quedó muerto encima.

Actualmente la narrativa de Ednodio Quintero se ha ido diversificando en guiones para cine y ensayos. Buscando nuevas fuentes y dar respuestas a los interrogantes del hombre de estas generaciones, se ha ido acercando a Oriente, a Japón, donde pasa largas temporadas estudiando  a sus escritores y observando la vida pasar. Ha prologado a Akutagawa, el cuentista de mayor influencia en lengua japonesa , autor de Rashomon y al que considera maestro de maestros.

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