Los Estrambóticos. Música para detectives
Nicolás Schuff – Jimena Tello
Editorial Ralenti
ISBN 9789874773210
Páginas 32
Las incógnitas de los raros: Los estrambóticos.
Es sabido que hay literatura juvenil que se encarga de enrostrar una especie de ideal moralizante sobre el comportamiento y la apariencia. Por años, las lecturas de infancias son víctimas de ese mal: callados, obedientes, tranquilos es sinónimo de educados. Y si escarbamos más a fondo hasta definen la figura estética de qué son los niños y niñas en personajes que se dibujan una y otra vez de igual forma. La cosa cambia a paso rápido y de Ralenti Ediciones lo expone. Esta editorial se presenta en Chile con Los estrambóticos, música para detectives, de Nicolás Schuff ilustrado por Jimena Tello. Este libro inicia una serie de novelas de dos amigos argentinos que investigan misterios que no serán fáciles de resolver.
Son dos amigos particulares y se presentan como raros. A Ángel le gusta cocinar, es el narrador y el entusiasta. De hecho, tiene que hacerlo porque pasa sin compañía. Es hijo de una madre que trabaja y vive prácticamente solo. Le entretiene repensar postres y sándwiches. No se conforma con la comida que hay. Busca darle un toque personal en condimentos e ingredientes. Por otro lado, su compañera Mei Ling es experta en artes marciales, y, sobre todo, en dibujar.
Esto último se acompaña con la pluma de la ilustración que ella misma interviene mientras la narración es realizada por Ángel. En definitiva, estos dos niños inquietos necesitan explorar, investigar, ayudar, apoyarse, relacionarse e intervenir en su mundo que no necesariamente es normal, pero ese último detalle lo vuelve particular. Por supuesto igual se equivocan, discuten, hasta pueden pelearse.
Todo comienza cuando roban un instrumento musical y tienen que investigar el robo o la desaparición de un clarinete, mientras se acompañan de pequeños comentarios sobre la música clásica, la contemplación y la vejez. Esto resulta interesante porque se habla de la multiplicidad de niños, de sus gustos que no dependen necesariamente de lo que se presume, sino al contrario, podría perfectamente acomplejar el mundo que conocemos sin importar la edad.
Ángel no teme a hablar de filosofía y desafiar lo que se entiende por niñez. Mucho menos plantear sus dudas y expresar su punto de vista. Nada de lo anterior es literal, no se da por directo, hay un tratamiento de la historia, una intención en la prosa sobre todo por mostrar la dulzura de los personajes. Aunque a veces parezca cortarse esta conexión con la obviedad y explicación, el libro no se dedica a eso.
Los dos protagonistas no son buenos ni malos, no se portan excelente pero mucho menos mal. No son rebeldes, pero sí curiosos. A la vez, sus peleas las resuelven con empatía, el sentido común lo dan ellos. La historia no es vista desde arriba, mucho menos asimétricamente; la historia es horizontal. Hay un problema mayor: los protagonistas quieren resolverlo, eso es lo que importa.
Hay otro relato ocurriendo entre las imágenes y la historia narrada por Ángel. La ilustradora elabora un cómic dentro del mismo libro, así cruza la historia narrada con la historia gráfica. Es decir, los dos protagonistas tienen una voz, pero un formato distinto. Las ilustraciones parecieran ir al ritmo de lxs niñxs.
Este primer libro inicia una serie que esperemos siga este curso, donde el mundo de los raros puede apreciarse desde su naturaleza. Nadie es igual a otro, los protagonistas y personajes secundarios lo manifiestan. Así esta serie de libros dibuja lo que puede convertirse en esas lecturas entretenidas pero que no devalúan a sus lectores, sino al contrario, les dicen que las diferencias más que definirnos, nos acompleja y nos hacen únicos.