Los abismos (2021)
Pilar Quintana (1973)
Alfaguara
256 páginas
Pilar Quintana es una escritora colombiana que ha obtenido un merecido reconocimiento por su novela La perra también publicada por Alfaguara, en el que narra la historia de una perra y su dueña en un pueblito medio abandonado en la costa pacífica de Colombia, argumento del que se sirve para retratar la posición y violencia que sufren las mujeres, el dolor en la maternidad (o el derrumbe de la ilusión de la maternidad). La perra, a la que merece dedicarle algunas palabras en esta reseña, es una novela estremecedora, de relaciones humanas truncas y de mujeres que son golpeadas por la estructura en la que habitan.
En Los abismos, Pilar Quintana modifica completamente el decorado. Claudia es una niña de ocho años —o es ahora la adulta que alguna vez fue esa niña—, que comienza a darse cuenta de cómo es la vida de los adultos en torno a ella, y verifica cómo esos adultos, sus padres principalmente pero también las amistades de ellos, tienen vidas que escapan del mundo que ella les asigna y en virtud del que los ordena. El abismo de comprensión al que se asoma, el abismo al que se asoman las mujeres también sometida por las vidas conyugales que les ha tocado vivir, especialmente su madre, se entremezclan con una historia de amor trunca y un matrimonio un tanto forzado por las circunstancias sociales con un hombre que casi la dobla en edad.
“Todos mis muertos, pensé. Si los de mi papá estaban en sus silencios y los de mi mamá eran las plantas de la selva, los míos eran las hojas a punto de caerse.”
A diferencia de en La perra, los personajes que habitan Los abismos son personas acomodadas, que gastan su tiempo leyendo revistas, pasan su depresión en fastuosos departamentos y se fugan a fincas enormes, con historias de mujeres desaparecidas. La realidad que entiende Claudia está mediada por esos escenarios: el verde de las plantas, los abismos literales y metafóricos a los que se aproxima. Su entendimiento de la situación crece a medida que ve cómo los adultos se desmoronan o aproximan a esos abismos. Pienso, sin embargo, en otra novela de crecimiento publicada en una fecha cercana a esta, La vida mentirosa de los adultos de Elena Ferrante, en el que la narradora —al igual que acá— es una mujer que recuerda la niña que fue, y cómo comenzó a percibir la trastienda de la vida adulta. Ferrante, sin embargo, lo lleva mucho más allá: ella consigue hacer la curva de aprendizaje, crecimiento y desarrollo de su personaje principal y muestra cuándo ella misma aprende a ser una adulta, con todos sus reveses y mentiras “necesarias”. En El abismo jamás presenciamos ese crecimiento gradual, sino que vemos una suerte de abandono o puesta en abismo en las últimas hojas. Nos quedamos con la voz de la pequeña, repleta de giros y formas de enunciar colombianas, que nos hacen leer esta novela con un ritmo y cadencia muy bien logrados, pero jamás se consigue la profunda sensación de crecimiento..
Los abismos es una novela correcta, tal vez más larga de lo que necesitaba ser y, ciertamente, menos profunda en el tratamiento del personaje principal de lo que Claudia ameritaba.