No sólo golpes y caídas
Por Jaime Pinos
Según estadísticas recientes, en este país ocurren, anualmente, ciento cincuenta mil accidentes del trabajo. Otros cincuenta mil de trayecto. Golpes y caídas son los más frecuentes. Mi abuelo decía/ que hay que ver el trabajo como deporte, dice un verso del poema Caída al mismo nivel. Un deporte de alto riesgo, se podría agregar. La tipología que este libro intenta establecer registra momentos, escenas, que reconstruyen el lugar del trabajo como zona de peligro. La actividad cotidiana de los que trabajan para ganarse la vida, bajo la sombra, la posibilidad cierta, de perderla. La precarización laboral de que hablan sociólogos y economistas narrada en primera persona, filmada en primer plano.
Leo Tipología de accidentes laborales de Nicolás Meneses como parte de una serie que integran también la poesía de Manejo integral de residuos y la novela Panaderos. Tres libros que abordan las condiciones materiales de vida de los trabajadores desde el ángulo de su subjetividad y su lenguaje. Una vida inestable a menudo interrumpida dramáticamente por el accidente. De hecho, es un accidente el acontecimiento que activa la trama de Panaderos. El joven protagonista llega a trabajar en la panadería del supermercado porque su padre ha perdido una mano en las máquinas panificadoras y alguien debe solventar los gastos familiares. Estos libros, y este texto en particular, dibujan el retrato de los laburantes sin idealizaciones, patetismo ni condescendencia. Antes que eso, alumbra sus vidas con un realismo crudo y objetivo que me recuerda las películas del neorrealismo italiano o al Pasolini de Accattone.
Accidentes le llaman a las malas/ condiciones de seguridad/ a la falta de inversión/ a la especulación/ al abuso/ a la negligencia/ al descaro dice el poema Seguro de muerte. Desde luego, el maltrato y la explotación son tan antiguos como la sociedad de clases. Sin embargo, hay un elemento que introduce este texto y que lo distancia de una percepción victimizada del mundo trabajador. Este texto nos muestra cómo la mutación neoliberal opera también en las mentes de los trabajadores, en su subjetividad, mediante la aceptación, muchas veces voluntaria, de la servidumbre. Del poema Atrapamiento por objetos: Mis compañeros me molestan por mi empeño/ dicen que/ aunque produzca lo de una semana/ en un día/ me seguirán pagando lo mismo// yo/ les digo/ estoy haciendo mi pega nomás. Funcionar. Sin quejarse. Hacer la pega no más. La autoexplotación normalizada o asumida como la mejor o la única alternativa. El trabajador, su cuerpo, su mente, como recurso humano disponible. Como insumo, desechable, intercambiable, para la reproducción acelerada y sin pausa del capital. El flujo veloz de la producción y el dinero al que no puede seguírsele el ritmo sin exponerse. Como se dice en Golpe con objeto estacionado: Un buen obrero sabe/ que trabajando a trato/ en la velocidad está la plata/ pero también el riesgo.
De Claúsula 5: Cualquier movimiento/ en horario laboral/ es autodestructivo. La vida laboral es vida dura aquí. Sin embargo, hay gestos de resistencia. El humor, la ironía, pueden ser una respuesta, un reflejo, frente a la imposición de esa vida dura. Miro a mis compañeros/ que me cuentan/ un chiste/ mientras llega la ambulancia dice el recién accidentado en Atrapamiento por objetos. O en Prótesis, donde un trabajador desea volver a la labor para cumplir una misión: Tengo que volver a mi puesto/ a apoyar a mis compañeros/ ¿quién va a tirar la talla sino?/ ¿quién va a hacer reír a esos hueones amargados?. Reírse de la desgracia propia. Reírse de la desgracia compartida. Usar el humor negro, negrísimo, chileno como forma de exorcismo frente a la catástrofe.
Esto es de una entrevista al autor: La gente que ha leído mis cosas me hizo darme cuenta que escribo mucho de trabajadores. Y para mí es como obvio, son lo que más conozco. Son los que hacen todo. Me parece absurdo cuando me dicen que estoy retratando a los sujetos «invisibles», porque ellos siempre han estado y estarán. Los trabajadores son los hombres invisibles del neoliberalismo. No se ven. Son los hombres oscuros, como dijo Nicomedes Guzmán. Sin embargo, como afirma Meneses en la entrevista, los trabajadores siempre han estado y estarán. Los trabajadores son los que hacen todo. Se me vienen a la mente estos versos de Brecht: ¿Quién construyó Tebas, la de las Siete Puertas?/ En los libros figuran sólo los nombres de reyes./¿Acaso arrastraron ellos los bloques de piedra?
Tal vez el problema sea nuestro. Tal vez el neoliberalismo ha logrado reducir nuestra mirada. Sacar a los trabajadores del encuadre. Hacerlos invisibles. En medio de la avalancha de literatura narcisista y asocial que parece dominar la escena, este libro trabaja por hacer visibles a los invisibles. Por hacer audible su lenguaje. Una vida cruzada de golpes y caídas. Pero también, de una energía apostada a reinventar la vida. A prevenir los accidentes. O, una vez ocurridos, condolerse con las víctimas. Este libro, la escritura de Nicolás Meneses, apuesta a hacer visible esa sensibilidad. Esa lucha. Ese trabajo.