Azallie: “Diría que como autora me caracteriza que mis historias suelen ser un gran vitral de todo lo que amo”

Licenciada en Literatura y oficinista. Formada con el animé por televisión abierta y los álbumes de Salo, Azallie tuvo que recorrer el camino largo para ver su primera obra publicada en una editorial: publicaciones en internet, en formato fanzine, participaciones en ferias otakus. Hace poco más de un mes que lanzó en Casa O de Lastarria el segundo tomo de su serie One-Iric, un manga policial y misterio que, pese a su estética más cercana al shoujo, va inmiscuyéndose en el rincón más oscuro de sus personajes.

Del proceso editorial, de la insistencia en contar historias y su trabajo hablamos con ella.

– ¿Cuál es la rutina de Azallie?, ¿qué peso tiene en ella el dibujo?

Diría que mi rutina, si bien no se apega a la estructura clásica del dibujante, sí es muy comprometida con el cumplimiento de metas divididas en plazos. Esto porque debido a mi trabajo de oficina, tengo menos horas disponibles en el día para dedicar a esta pasión, limitándose a solo 3 o 4 horas.

En ese sentido, intento plantear metas en periodos de semanas y meses, y establezco horas de trabajo realistas a mi contexto. Por ejemplo, mido la cantidad de días que me toma hacer el borrador de un capítulo de manga, y lo mismo hago con la parte más pesada: el entintado y tramas. A partir de esa experiencia, decido mi itinerario para trabajar lo que tengo en mi “cola de trabajo”. Sé que todo esto suena muy poco dado a la creatividad artística, sin embargo, cuando tengo atacazos o momentos de inspiración intensa, suelo detenerme para anotar dicha idea o hacer algún borrador que retomaré una vez haya terminado mi meta actual.

Algunas veces me han preguntado cómo hago para mantenerme avanzando siempre. En particular, me motiva mucho cumplir mis metas. Aunque también tiene un factor negativo, muchas veces me obsesiono por cumplir las exigencias que yo misma me pongo, postergando la salud física y el descanso. Quizá no viene al caso, pero le recomiendo a todos mantener un ritmo de trabajo limitado pero constante. Muchas veces subestimamos el impacto de hacer solo 1 viñeta al día y creemos que sólo hay progreso en terminar páginas completas.

– El camino para quienes quieren publicar tiene cierto parecido: difundir su trabajo en redes, ir a ferias, vender sus obras en fanzine. Cuéntanos un poco cómo empezaste a trabajar dibujando manga y cuáles eran tus aspiraciones al comienzo.  

Comencé muchos años atrás, allá por el 2011, subiendo mis historias a un sitio para webcómics de habla hispana. A través de esa web y el extinto “MSN”, generamos comunidad entre los autores chilenos. El paso natural fue organizarnos y empezar a imprimir nuestras historias en formato fanzine para venderlas en eventos otaku de esos años. Estuve en eso hasta aproximadamente 2014- 2015.

En 2016 dejé de participar de estas instancias y el último proyecto que trabajé lo publiqué en el sitio de Webtoon Norteamérica, ya que aún no abría el sitio en español. De ahí en adelante estuve en una pausa larga asociada a mi vida personal. Ya por el 2019 me enteré que colegas a los que conocí mucho antes estaban editando sus historias en libros recopilatorios, y con la pausa obligatoria que todos enfrentamos en 2020, volvió a aparecer en mí el deseo de crear algo, como una promesa pendiente que no iba a perdonarme.

De ahí en adelante fue un poco como volver a subirte a una bicicleta tras años sin pedalear: sabía hacer las cosas, sí, pero de manera muy torpe. Tantos años sin ver un programa de dibujo de cómic, sin dibujar en una pantalla, habían cobrado lo suyo. Tuve que lidiar mucho con la autocrítica y la frustración, por suerte mi contexto personal había mejorado y conté con el apoyo correcto para esa etapa. En 2022 terminé lo que sería el primer capítulo de OneIric y contacté algunas editoriales para saber si buscaban proyectos y si me darían feedback; la mayoría no me contestó, unas pocas me respondieron que no tenían convocatoria, y solo una me dio feedback, pese a no recibir proyectos, lo que fue muy valioso para mí.

Ya para mediados de 2023 tenía tres de los cinco capítulos que planeaba para el tomo 1 listos. Con eso en mano, participé de la actividad “conexión FIC”, en la que puedes presentar tu proyecto o portafolio a distintos editores. No conseguí ningún trato, pero pude hacerme una idea más clara de lo que buscaban los editores en ese momento.

Terminé el tomo 1 a finales de 2023 y gracias a una feria de ilustración, entré en contacto con Bambi, autora de Brujimarket, y Claudia Vial, editora de Arcano Ñau. A partir de ahí, empezó una conversación y posterior sesión de trabajo para editar OneIric en 2024.

Hasta este punto ya había recorrido un largo trayecto, no quiero alargarme más, por lo que solo quiero comentar que, una vez publicado el tomo, conocí otra parte importante de lo que es ser autor, que es el trabajo en redes sociales. Este puede ser muchas veces incluso más pesado que el trabajo mismo de las páginas o el guion del manga.


– En Chile el panorama para las autoras de narrativa gráfica es prácticamente autodidacta. Las editoriales solo aceptan trabajos listos y dan poco acompañamiento en el proceso de creación. ¿Cómo aprendiste a dibujar, narrar y encontrar tu estilo? ¿Qué le aconsejarías a alguien que quiere llevar su trabajo al formato impreso?

Diría que aprendí a dibujar como la mayoría de las autoras que actualmente tienen entre treinta y veinticinco años: viendo anime en la televisión. Muchas veces veía los personajes y trataba de copiarlos, también gracias a los álbumes de Salo, tenía imágenes que podía usar de referencia. Este fue un punto de partida importante, porque desde niña tuve consciencia de que podía imitar a través de la vista.

Al crecer un poco más, también fui disfrutando mucho de la lectura. Y ya en mis últimos años de colegio conocí el manga, un formato que mezcla todo tipo de narrativas y arte que reconocí fácilmente gracias a los incontables capítulos de anime que vi en la televisión desde chica.

Las primeras historias que hice se apegaban a los tropos y estilo artístico que tienen las historias “shoujo”, ya que esas eran las que más consumía en esos años. Por eso mismo y por mi tendencia a la imitación de lo que admiro, el dibujo y la narración, las aprendí tras procesar lo que leía.

Sin embargo, muchas veces recibí el comentario de que el ritmo narrativo se sentía apresurado, lo que algunas veces entorpecía la lectura. Hasta hoy es algo que siento que suelen tener mis historias. Esto me lo han comentado como una crítica, pero más allá de tratar de cambiar para apegarme a los ritmos sentimentales e introspectivos del shoujo, he intentado jugar con eso. Le he bajado un cambio, sí, pero mantengo la propuesta de que en el guion deben pasar cosas tanto en el interior de los personajes como en el contexto que viven mientras sea relevante para la trama. En este sentido, me gusta creer que mi estilo se convirtió en una mezcla de cosas: tengo el diseño característico del shoujo, con una narrativa más neutral.

Respecto a qué aconsejaría alguien que quiere tener su trabajo en formato impreso, diría que lo mejor es que siempre busquen retroalimentación. Cuenten su historia muchas veces, cuéntaselo a amigos que puedan ayudarlos a encontrar agujeros en el guion y tomen todo como un grano de sal. Hay que ser fuertes para continuar adelante cuando nos critican, y también humildes para tomar lo mejor de cada comentario. Parafraseando una frase de mi animé favorito: “Cuando dudes, persevera, y cuando perseveres, duda”.

One-Iric es tu primera obra publicada por una editorial. ¿Cómo fue el proceso de llegar a ver tu trabajo impreso? ¿Cómo ha cambiado tu forma de ver tu oficio y lo que esperas de aquí en más?

El proceso fue intenso, me resultó muy difícil no abandonar antes de tiempo. Tuve que hacerme a la idea de que tendría que recibir muchos “no” y que muy probablemente terminaría por autopublicar. Después de todo, era una desconocida en el rubro.

Por suerte pude entrar en contacto con Arcano Ñau y llegar a buen puerto con Claudia. Una vez empezamos las sesiones de maquetación con la diseñadora editorial, “Gypuki”, todo fluyó bastante rápido y ver el libro en mis manos fue realmente como un sueño. Recuerdo haber mirado una y otra vez las páginas y sentir que era increíble que eso lo hubiese dibujado yo.

Eventualmente me fui interiorizando más en cómo se mueven los libros en el mundo de las pequeñas y medianas editoriales. Supe que tendría que comprometerme con asistir a ferias para mostrar mi trabajo, participar de conversatorios, dar talleres. Estas son como misiones agregadas que se desbloquean una vez logras el objetivo principal (¡El libro físico!). Ya tras un año en este rubro, diría que el cambio más importante que he experimentado es que me he dado cuenta de que lo que más deseo, es conectar con más lectores. Por eso, a pesar de que como autora y como consumidora, amo los libros con un diseño cuidado, no descarto eventualmente dedicarme solo a la publicación digital.

– El tomo 1 de One-Iric nos presenta un tipo de mundo distanciado de lo más popular que es el romance y la acción tipo shonen. Te inclinas por una historia de misterio en base a un poder de la protagonista. ¿Qué te llevó a plantear una historia así?

¡Al fin una pregunta fácil! Lo que me llevó a plantear este tipo de historia es simplemente que amo crear historias como las que me gusta consumir. Durante la pausa que tuve entre 2017 y 2020 vi muchos clásicos del cine. Y noté que, para mí, lo que convierte a dichas películas en clásicos galardonados es que saben mezclar temáticas en distintos niveles. Películas como El Padrino o Sueños de Fuga no se limitan a contar solo una historia de mafia o de cárcel, narran el drama humano de quienes se encuentran atrapados en dichas circunstancias. Mantienen la tensión activa, mientras te mantienen acongojado temiendo lo que le pasará a los personajes.

En resumen, diría que como autora me caracteriza que mis historias suelen ser un gran vitral de todo lo que amo. Creo desde la admiración y desde el goce, eso me hace querer mezclar un montón de cosas. No digo que siempre me vaya a resultar, tal vez la siguiente historia resulte terriblemente snob por eso mismo, ja, ja.

– ¿Cuáles son las influencias de Azallie para dibujar manga?

De joven fueron principalmente mangas shoujo, por mencionar algunos diré “Full moon” de Arina Tanemura y KareKano de Masami Tsuda. Ahora, más adulta, mis principales inspiraciones son las obras de CLAMP en los noventa (X, Tokyo Babylon, Sakura Card Captors), Shuzo Oshimi, autor de prácticamente todas mis obras favoritas, “Blood on the Tracks”, “Welcome Back Alice”, “Happiness”, etc. El infaltable Naoki Urasawa, autor de Monster, 20th Century Boys, Pluto, entre muchos otros títulos. No quiero dejar de nombrar dos de mis obras favoritas aunque no son muy conocidas las recomiendo incesablemente: “Tierra, Sangre, Conocimiento” de Uoto y “My Broken Mariko” de Waka Hirako.

Para no quedar de tan Otaku, por el lado americano me gustan mucho Bryan Lee O’Mailley y Cliff Chiang. Y en Chile, me gustan muchísimas autoras, pero lo comento a continuación.

– Algo muy interesante y valioso que se da, en su mayoría, entre el mundo de las y los ilustradoras/es chilenas/os es el apoyo mutuo, las páginas de felicitaciones al final de las obras impresas, la difusión y aliento constante. Dentro del panorama hay artistas reconocidxs y con mucha visibilidad. ¿Podrías mencionarnos algunxs artistas que consideres importante conocer de Chile y que quizás podamos entrevistar en este espacio?

¡Por supuesto! Es un honor para mí tener la posibilidad de recomendar a colegas autoras que admiro muchísimo. Partiré por Karamokita, artista de “Descansos”, una obra autoconclusiva muy orgánica y poética, que tiene un estilo muy hermoso y detallado, totalmente hecho en medios tradicionales.

También a Yaritza Aguilera, autora de Acid-Rain, una de las obras más interesantes en términos de escritura de personajes, algo que muchas obras actuales dejan un poco cojo. Es una obra con un contexto potente y que explora experiencias de personas de la comunidad LGBT+. De la misma editorial de Yaritza, recomiendo a Saraly Gute, autora de Laurel de Oro, obra que la está rompiendo y que tiene en su centro personajes adolescentes en plena floración de sus sentimientos y personalidades.

Finalmente, recomendaría mucho chequear el trabajo de Rowein, autora de Aimatos, una de las obras que más disfruté leer a principios de este año. Rowein mezcla de una manera muy curiosa y entretenida el Boy’s Love con una trama de superhéroes. Ojo, que esta obra tiene escenas explícitas, revisar a discreción.

Nicolás Meneses

Profesor y editor. Autor de diversos libros.

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