Joaquín Escobar: “Estadio Seguro, el registro del hincha y el control biométrico es algo que bordea el payaseo, no sirve para absolutamente nada.”

 

En esta entrevista, Matías Saá Leal dialoga con Joaquín Escobar (Santiago, 1986) —escritor, sociólogo y magíster en Literatura Latinoamericana— acerca de la importancia del fútbol como uno de los rituales comunitarios más recientes en una sociedad caracterizada por la inestabilidad y la comercialización. Se define como hincha de la Universidad Católica y describe su relación con el club como una “lengua materna” que conforma su identidad desde su niñez. Durante el diálogo, Escobar critica los estereotipos políticos vinculados a la UC, examina de manera crítica la violencia en los estadios y la respuesta insuficiente del Estado, y resalta la importancia de la literatura para potenciar la dimensión emocional y cultural del fútbol.

 

En una época donde el fútbol se vive cada vez más como producto y menos como ritual, ¿qué valor tiene para ti esa transmisión familiar, casi sagrada, del amor por un club?

Los que ven al fútbol como producto son los representantes, dirigentes, empresarios y periodistas bandejeros. Los hinchas, que, si bien tenemos una visión crítica de lo que está sucediendo (desde lo mercantil y deportivo), seguimos siendo parte del ritual, seguimos involucrados, sufriendo y sintiendo más allá del negocio.

En una sociedad en donde todo es volátil, desechable e inmediato, el único espacio de comunidad es nuestro equipo de fútbol. Ir al estadio es el último ritual que nos queda en la posmodernidad. Pero ojo, no quiero romantizar nada, en Chile, a la gran mayoría de la gente el fútbol le importa una raja. La masa a lo que adhiere es al fenómeno de turno (la selección de Bielsa, la selección del 98, las medallas de González y Massu). Se suben al carro alegórico del momento (lo mediático en su máxima expresión), pero en el día a día el fútbol chileno sigue siendo un fenómeno de nicho.

¿Crees que se puede hablar de un fútbol heredado como se habla de una lengua materna? ¿Es la UC, para ti, un idioma familiar que aprendiste de niño y nunca abandonaste?

Sí, totalmente. Para mí la Cato es un idioma familiar que permanece en el tiempo. Desde niño fui al estadio con mis viejos y mi hermano, armamos nuestra existencia en relación a la UC. La Franja es el ladrón de mi vida. De hecho, en el futuro me gustaría ser presidente de la Católica.

No me agrada Claudio Palma (no le compro que sea hincha de Magallanes), sin embargo, tiene un relato que me gusta mucho porque me hace sentido: “Son como una raza especial los de Católica, son como una raza extraña”.

 

“En el día a día el fútbol chileno sigue siendo un fenómeno de nicho”.

“La Franja es el ladrón de mi vida”.

 

Ser hincha de la Católica, un club históricamente ligado a sectores conservadores, ¿cómo dialoga o choca con tu posicionamiento político de izquierda?

No es cierto que la Católica sea un club ligado a sectores conservadores. Esas son caricaturas que el diario La Cuarta y la revista Don Balón, durante la década del 90, se dedicaron a construir y promulgar.

Es sumamente híbrido el imaginario cultural del cual está compuesto el hincha de la UC. Somos un club heterogéneo. Somos Independencia y San Carlos de Apoquindo, somos Ignacio Prieto y Nicolás Castillo, somos José Pedro Fuenzalida, Raimundo Tupper y Mario Lepe.

¿Sobre el proyecto político de la izquierda? Cada vez me calienta menos la izquierda chilena, está llena de amiguismos y pereza teórica, la militancia se terminó transformando en una agencia de empleos, como dice el gran escritor Marcelo Mellado “La épica de lo irrelevante”. Además, dentro de estos mismos colectivos, hay un sinfín de “seres celestiales” que hablan desde una superioridad moral que me irrita y me parece peligrosa.

“No es cierto que la Católica sea un club ligado a sectores conservadores”.

 

¿Has pensado en qué pasaría si tu club tomara decisiones políticas explícitamente conservadoras hoy? ¿Qué límites tiene para ti el amor futbolero?

Mi amor por la Cato no tiene límites. La Franja es más que el presidente de turno o una medida en particular o un decreto que se hizo entre cuatro paredes. Hace un par de años el presidente de Cruzados fue Luis Larraín Arroyo, ex ministro de Pinochet. No tengo nada en común con un tipo así, no podría sentarme en su mesa, no obstante, la Católica, como te dije, es más grande que todo lo que la rodea.

¿Qué opinas de los dichos de Juan Tagle sobre que vuelva Carabineros dentro del estadio?

La violencia en los estadios no atraviesa a todo el fútbol chileno. Eso es mentira, está focalizada en la Garra Blanca, en Los de Abajo y en cierto sector (muy particular) de Los Cruzados. En los partidos de la Unión Española, Magallanes, Ñublense, Palestino, Audax Italiano, Cobresal, Limache, Puerto Montt, y un largo etcétera, no sucede absolutamente nada. La gente va a ver fútbol en familia y disfruta de la actividad de forma tranquila. Entonces, por lo mismo, ¿por qué tendrían que ellos verse limitados y restringidos? Es algo que no tiene lógica.

El año pasado, Constanza Martínez le puso aforo restringido a un partido entre Palestino y Cobreloa y no contenta con eso, decidió jugar el partido solo con público local. Sí, tal cual, solo podían entrar hinchas del club árabe. ¿Se podrá desconocer tanto la realidad del fútbol chileno? Resulta absurdo y delirante.

Jamás he tenido esa concepción anárquica de una sociedad en la que podemos vivir sin policía ni estado ni reglas. El discurso de la Polla Récords es sólo una canción, en la praxis misma resulta impracticable. Por lo mismo, debería existir una unidad especial que se encargue de la violencia en los estadios que se encuentra centralizada en ya sabemos quién.

Como escritor que ha explorado las violencias estructurales en Chile, ¿qué lectura haces de lo ocurrido en el Estadio Monumental durante el partido entre Colo Colo y Fortaleza?

El fútbol es un reflejo de la sociedad. No se le puede pedir al balompié que sea una anomalía de lo que sucede en el día a día.

Sobre lo ocurrido en el Estadio Monumental, las culpas son compartidas: la bestialidad policial y su nula preparación en eventos masivos, las autoridades encargadas de la seguridad, la narcocultura como forma de vida, la banalidad de las redes sociales, la clase política, los dirigentes de Colo Colo, y así un largo etcétera. Culpar a solo un estamento es un poco reduccionista, es no entender el problema en su globalidad.

De todas formas, el tema de la violencia en los estadios viene desde la década del noventa. En la primera mitad, los hinchas de Colo Colo mataron a un niño que era hincha de la Unión Española en las afuera del Monumental. El pequeño era hemofílico y lo golpearon solo porque llevaba una bandera del cuadro hispano.

También en la década del noventa vi, en las afuera del estadio Nacional, a muchos hinchas de la U golpear a familias cruzadas. Barristas con pinta de metaleros le daban sendas pateaduras a gente que no se podía defender. Por eso nunca les compré el mote de antifascistas, el poncho de outsider les queda grande.

“El fútbol es un reflejo de la sociedad. No se le puede pedir al balompié que sea una anomalía de lo que sucede en el día a día”.

 

¿Crees que la respuesta del Estado —como la eliminación del plan Estadio Seguro o la criminalización de las barras— ataca el problema de fondo o simplemente busca lavarse las manos?

Estadio Seguro, el registro del hincha y el control biométrico es algo que bordea el payaseo, no sirve para absolutamente nada.

Resulta una obviedad decirlo a estas alturas del partido, pero el problema es cultural. Y, al ser cultural, solo se verán las transformaciones con el transcurso de los años (suponiendo que se hagan intentos por una mejora estructural en las bases sociales).

¿Qué rol podría jugar la literatura —o el arte más en general— en resignificar el fútbol chileno y devolverle algo de su dimensión comunitaria y emocional?

Me pone muy contento que cada vez existan más libros sobre fútbol, esto permite que gente no tan habituada a la lectura se interese por el ejercicio de leer. Sin duda este kilómetro cero puede ser el motor para llegar hacia otros autores y géneros.

¿Devolverle al fútbol su dimensión comunitaria y emocional? No creo que haya perdido su dimensión comunitaria ni emocional. Vuelvo sobre la respuesta de la primera pregunta, una cosa es la triada dirigentes-representantes-periodista y otra es la del hincha, que sigue construyendo club desde su vereda.

¿Qué opinas de esa mirada academicista en donde se ve el fútbol y la cultura popular con desprecio y como una tontera?

De los académicos que desprecian el fútbol tengo la peor opinión. Son miopes, obtusos y reduccionistas pero, además, me parece que tras sus declaraciones hay un dejo de amargura. Siempre lo he dicho, a la gente que no le apasiona el fútbol vive con una parte incompleta, no tienen un desarrollo emocional total. Hay goles (como el del Chapa el 2016) que te dan un shot adrenalínico que no te entrega ninguna otra práctica de la sociedad.

Hay goles (como el del Chapa el 2016) que te dan un shot adrenalínico que no te entrega ninguna otra práctica de la sociedad.

 

 

Matías Saá Leal

Estudiante de Literatura en la Universidad Alberto Hurtado. Actualmente trabaja en Centro Arte Alameda.

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