Poemas de terror y de misterio
Luis Felipe Fabre
2024, Imaginistas
Los zombis aún no mueren: Luis Felipe Fabre y la resurrección poética del zombi contemporáneo
Desde el cine hasta la literatura, los zombis siguen plenamente vigentes. Ya sea a través de grandes producciones con estrenos mundiales y secuelas de alto presupuesto, como Exterminio: La evolución, o en el cine independiente latinoamericano, como en el reciente estreno de la película uruguaya El tema del verano. Incluso, en el último mes, se han organizado ciclos especiales de cine zombi, con películas como Shaun of the Dead, The Dead Don’t Die, Braindead, entre otras.
En la literatura, los zombis tampoco han muerto. En 2024, Luis Felipe Fabre publicó por primera vez en Chile su libro Poemas de terror y misterio por Imaginistas, un poemario de horror, supervivencia, monstruos y violencias. Uno de estos monstruos, por supuesto, son los zombis.
Los zombis que presenta Fabre son una interpretación propia del México contemporáneo. Sus poemas no emplean un lenguaje rebuscado ni adornos artificiosos; por el contrario, son directos, cargados de ironía y de un humor inteligente. Los zombis de Fabre son viscerales, sucios, gore, llenos de sangre, como tienen que ser:
«¡Riñones de espanto!
¡Vesícula del estremecimiento!
¡Intestinos del horror!».
Sin embargo, están situados en contextos cotidianos, y lleno de humor negro, como cuando la tía del hablante se molesta con un zombi por no tener modales a la hora de comer:
«”Si al menos tuvieran modales”, me dijo
mi tía Merceditas, como si adivinara
que al día siguiente
ella misma sería devorada
sin pasar por el noble trámite del cuchillo y el tenedor».
Estos zombis, según Claudia Dias Sampaio, representan el estado liminal de la sociedad mexicana. Es decir, corresponde a un territorio incierto entre la vida y la muerte, donde la violencia ha trastocado las formas de habitar el lenguaje y el cuerpo. Como señala Sampaio en su ensayo Cuerpo y cadáver en la actual poesía mexicana, «quizá el escenario de violencia haya cambiado la percepción de la muerte para los mexicanos. La sacralización, el enfrentamiento desde la ironía, da lugar al miedo y a la expresión de algo que todavía nos deja perplejo por carecer de comprensión».
Cuando hablamos de los zombis en la poesía de Fabre, no nos referimos a simples muertos vivientes, sino a una crítica directa a una sociedad que parece estar viva y muerta al mismo tiempo, donde los muertos caminan entre los vivos y viceversa. Es una poesía que denuncia, sí, a la sociedad corrupta:
«Los zombis: una nueva oportunidad
para que la sociedad demuestre
su complicidad y corrupción»;
Pero también a la política y la miseria humana:
«Los zombis: una nueva oportunidad
para que el gobierno
demuestre su ineficiencia y corrupción».
La sociedad, la política y la corrupción latinoamericana aparecen en Fabre como un terror y una pesadilla de la cual es inútil despertar, porque algunas pocas personas finalmente se revelan como el producto del caos, de quienes arrojaron a los zombis al olvido mediante la negación y la podredumbre:
«Todos somos zombis: proclaman
camisetas, grafitis, esténciles, pancartas».
Pero esto termina saliendo igual de mal: los zombis acaban devorando sin piedad a las mismas personas que protestaban por sus derechos frente al Palacio Nacional, mientras la policía y el ejército observan sin intervenir.
Y sin embargo, incluso entre tanta podredumbre, miseria, descomposición y desesperanza, hay espacio para una pequeña victoria. Porque:
«Siempre es un pequeño triunfo
encontrarse a una ex pareja convertida en zombi».
