Jorge González Bastías (1879-1950)
El poema de las tierras pobres (2020)
Ediciones UCM
ISBN 978-956-6067-09-2
108 páginas
A casi un siglo de la primera vez que vio la luz, Ediciones UCM publicó una cuidadosa edición de El poema de las tierras pobres de Jorge González Bastías para su colección Archivo Literario Regional. Con prólogo de Jonnathan Opazo Hernández y epílogo del también maulino Bernardo González Koppman, el libro nos entrega una visión de entrada al universo que se forma en torno a este libro y a la figura del autor.
No hace mucho tiempo Ediciones Inubicalistas había rescata esta obra de González Bastías, poeta reconocido no solo por su obra poética en la región, sino por su labor política que dejó como legado no solo su nombre en una estación de trenes. Hablar de El poema de las tierras pobres es aventurarse a un paisaje inventado por el poeta, como propone Opazo Hernández, pero no una visita nostálgica a una ruralidad desvanecida, sino un adentrarse a los primeros vestigios de una crisis que ahora llamamos ecológica, que trajo consigo la modernidad, la explotación ambiental y la industrialización de la zona.
Dividido en apartados, González Bastías utiliza formas de la poesía tradicional tendientes a la rima para entonar un murmullo casi cantado de la destrucción de su entorno, una que viene de la mano con la miseria de los pobladores, su tristeza y desasosiego: “Una miseria nueva/ prendió en las hondanadas y en los cerros,/ arrasó los sembrados,/ y los rebaños y los huertos.// El pobre se hizo miserable,/ el miserable, bandolero!/ Hay espanto en los ojos de los niños labriegos/ se oyen a media noche/ clamores homicidas en el viento” (pág. 23). Los indicios de la destrucción son inequívocos y forman una cadena: quien más que el habitante de las tierras que entregan el sustento entiende la correlación entre vida y siembra, entre prosperidad y cosecha, entre supervivencia y medioambiente.
El libro no se aparta del paisaje devastado. Los poemas son un continuo repasar de miserias y pobrezas, de ruinas y decadencia, de tristeza e inmovilidad. En el epílogo, González Koppman reconstruye brevemente el pasar de Bastías y su relación con el Maule, Infiernillo, Nirivilo y Talca. Se detiene en su labor política que lo obliga a mediar constantemente con el centro para conseguir financiamiento para escuelas y retenes en la zona. Asimismo, comenta el paréntesis santiaguino del poeta, quien se buscó la vida escribiendo, reporteando, trabajando en lo que viniera. Esto para ratificar que el libro sorprende, pues no nace del aislamiento y empecinamiento de un poeta por un lugar que nunca dejó. El poema de las tierras pobres proyecta un paisaje elegido y construido en las omisiones del tren, la deforestación y la industria que terminaron por convertir esa tierra en pobreza y esterilidad.
Apartado de las tendencias poéticas, dueño de su propio lenguaje e imaginario, fiel a un territorio y todo lo que lo circunda, no es menor lo que logra El poema de las tierras pobres: arar un paisaje en versos, iniciar una elegía medioambiental que hoy es trascendental: “Como eras pobre no supiste/ del látigo fustigador;/ tu queja siempre fue una triste/ sombra perdida en el horror” (pág. 83). Entre un paisaje y habitantes desamparados, víctimas del centralismo y la industrialización, González Bastías elabora este vigente y conmovedor manifiesto a la naturaleza, y también, como dirían los cantores populares: a lo humano y lo divino.