Yasunari Kawabata (1899-1972)
El maestro de Go (2019)
Emecé
211 páginas
ISBN 978-956-9956-35-5
En el gran universo kawabatiano El maestro de Go ocupa un lugar privilegiado: el libro fue considerado por el autor como su mejor obra. Esta estimación, que parece extraña para un escritor cuyas novelas y cuentos suman y suman, construyendo un mundo en constante expansión, no es arbitraria. La novela, casi única en su tipo, relata la disputa que tuvieron, hacia 1938 el maestro Honnimbo Shusai contra el joven maestro Otake. Se le describe como crónica novelada, pues Kawabata fue el encargado de reportear este encuentro para el diario Mainichi Shinbun. Cerca de siete meses de confrontación en lo que parece la lucha de dos épocas, de dos visiones en pugna en Japón.
El Go, nos dice Anna Kazumi Stahl, en el prólogo: “era uno de los elementos para un entretenimiento en este concepto de la estética aplicada a la guerra o a la vida, en el caso del guerrero. Por supuesto que, al practicar el Go, por un lado, se agiliza la mente estratégica y, por el otro, se fortalecían el espíritu, la calma ante el ataque, y la percepción amplia de la rivalidad como un intercambio con el otro. De hecho, el nombre “Go” designa una “conversación manual” o “de las manos”, ya que cada jugador va colocando las piezas una por una como palabras en un debate” (pág. 17). La novela, por tanto, describe esta larga conversación entre maestros: ambos cristalizan y representan valores y visiones de sociedad sino antagónicas, en constante tensión. La valoración que se le da al juego lo otorga la belleza de las jugadas y los movimientos, todo lo que implica el pensamiento y la elaboración estratégica detrás.
El narrador es el reportero que acompaña cada sesión, se mantiene en una cordial distancia y se fija en todos los detalles de la partida. Sin embargo, mantiene un trato más cercano con el maestro Shusai, al que conoce y con el que conversa constantemente. La partida es de naturaleza itinerante, cambia frecuentemente de posada y sufre modificaciones inesperadas producto del estado de salud del maestro Honnimbo. Es una disputa tensa, en que ninguno se da tregua y que la narración acompaña con la evolución del tablero que se va viendo poblado, poco a poco, de las fichas blancas y negras. Es una disputa estética, al contrario de las novelas más famosas sobre juegos, como El jugador de Dostievski que retrata la ludopatía y la crónica del torneo mundial de póker de Al Álvarez, donde se ve reflejada la fiereza de los jugadores. A los dos jugadores de Go les interesa extender su leyenda, inscribirse en la historia del Go y legar su juego a las nuevas generaciones.
Sin embargo, es un encuentro polémico. El maestro es un hombre debilitado por la edad, a punto de retirarse. Se toma mucho menos tiempo que su joven rival para elegir sus movimientos y da evidentes muestras de desgaste, lo que en ningún caso utiliza para excusarse ni anular la partida. Quiere seguir hasta las últimas consecuencias, aunque el juego le cueste, literalmente, la vida. Esa radicalidad y compromiso estrecho con el juego del maestro Shusai es el Japón que poco a poco se va desvaneciendo. La novela podría resumirse como ese viaje del invencible maestro a su derrota final. Su mujer comienza a indicar las dolencias. El maestro es internado. Se espera un par de meses para continuar la partida.
El juego continúa, pese a todo. Cada maestro va cediendo poco a poco a las peticiones del otro. Saben que se acerca al final. Hasta que se produce el quiebre. Otake juega Negro 121 y el tablero, a ojos de todos los espectadores, se desmorona. La pintura que estaban trazando ambos en este diálogo, es manchada. Una jugada inesperada, agresiva, fuera de ritmo, ruidosa: “―El juego ha llegado a su fin. El señor Otake me ha arruinado con esa jugada sellada. Fue como derramar tinta sobre una pintura recién terminada. En el instante en que la vi, sentí que el juego se clausuraba. Pero decirlo habría sido el colmo. Realmente pensé en desistir, pero dudé, y aquí estoy” (pág. 191).
Un año después el maestro muere. La elegíaca atmósfera que ya se había replegado en la novela con las últimas jugadas termina cerrando la novela. El maestro de Go es una novela que deslumbra dentro de la obra del Nobel japonés. Una obra particular que defiende una ética de juego como una forma de vida.