Война и мир (1865-1867)
León Tolstói (1828–1910)
Debolsillo
ISBN: 9780307273918
1174 Páginas
¨Muchas cosas sabe la zorra, pero el erizo sabe una sola, y grande¨
Arquíloco
Guerra y Paz es una de las más grandes novelas de todos los tiempos. Un clásico rotundo e indiscutible. Tolstói probablemente sea el único gigante capaz de escribir una novela del tipo de Anna Karénina habiendo antes planteadose esta, diametralmente distinta –no opuesta– y volver a sentarse en la cima de la literatura…por partida doble. ¿Qué tiene de genial esta novela? Es prácticamente imposible explicarlo en pocas líneas, así que aquí va mi mejor esfuerzo por comprimir las palabras para abordarla. Identifico –para empezar mi intento– dos maneras de abordarlo; usaré ambas para tratar que quede más o menos claro de qué va todo esto.
Primera forma: esta novela es la visión particular de Tolstói sobre el hombre, sobre sus esfuerzos por modificar el curso de la vida, para ello puesto en el contexto de la guerra, en los tiempos de Napoleón (de aquel monstruo bélico). Escribe sobre cómo el hombre ingenuamente cree influir y determinar con sus acciones los más grandes acontecimientos históricos pero también cómo, al mismo tiempo, los hombres vamos fracasando una y otra vez, que todo intento por realizar actos heroicos, acciones grandiosas, son inútiles, que todos los hombres normalmente señalados como principalísimos actores en el curso histórico de los acontecimientos no son más que simples monigotes, que en realidad no poseen una influencia real, y que la historia no está determinada por sus actos sino que sus actos están determinados por la historia, el contexto social, las circunstancias que van constituyendo el contexto, es decir, por leyes naturales invisibles. Tolstói narra una historia en un contexto histórico mundialmente relevante para luego desmitificar las llamadas grandes acciones bélicas, se burla del supuesto arte bélico, esa “ciencia de la guerra”, de las órdenes de los altos mandos. El hombre es incapaz de entender el devenir histórico, por cuanto él mismo está inmerso en ese transcurrir, siendo victima de las fuerzas invisibles e inexorables que son el motor. Hay una escena que explica muy bien toda esta visión, en la cual uno de los protagonistas de la historia se pasea confundido e ignorante por el campo de batalla; el imperio ruso se enfrenta a las fuerzas francesas, la escena ha sido preparada con mucha antelación, se nos traspasa la emoción, la incertidumbre sobre el destino de aquella acción bélica, el miedo de los combatientes, las palabras heroicas que insuflan los ánimos de los contendientes, todo aquello que constituye la fiera velocidad del campo de batalla, de esa batalla cuerpo a cuerpo que ya tan extraña se nos hace.
Como decía, este personaje se pasea ajeno a todo lo que ocurre a su alrededor, se ha internado como extraviado en aquella guerra, sin saber muy bien qué hace. Lo observa todo como espectador pero a la vez estando inmerso. No lo entiende. Conoce algunas órdenes dadas, sabe sobre las disposiciones de los batallones, y tiene la facultad de ver cómo a su alrededor no hay más que un caos total. Hombres cayendo, retrocediéndose o arrojándose valerosamente a una muerte segura. Las órdenes generales dadas en tiendas de campañas no son reflejo ni lejano de lo que ocurre en el terreno. La guerra, así como la vida, no es dirigida por aquellos que creen dirigirla. Para Tolstói, si Napoleón no hubiese existido habría habido, sin lugar a dudas, otro cualquiera que habría tomado su mismo lugar, esto es, Napoleón no es en sí mismo un actor excepcional que tuerce la historia, sino que es ésta la que crea a un “Napoleón” en el momento en que estas leyes ocultas lo han provocado. Los grandes mandos tienen poca o nula influencia sobre lo que ocurre en el campo de batalla. Allá hay sólo caos. En ese campo de batalla sólo influyen realmente los actos individuales, los del hombre que desconoce el contexto, los del soldado que se arroja, los del soldado que retrocede, del pánico que cunde, o la emoción que hace que un batallón completo resista contra cientos, miles. La vida, para Tolstói, es como ese campo de batalla. Este campo no es manejado por aquellos que creen distribuir las órdenes, sino que por un cúmulo de leyes invisibles, completamente imposibles de identificar para quienes participan en él, ajenas a los grandes nombres de la historia, sino que por el contrario, más cercano a ser influido por las pequeñas motivaciones individuales y por las leyes de la naturaleza, o alguna especie de destino divino, cualquier cosa, o todas aquellas, más bien descentralizadas del propio albedrío humano.
Segunda manera a explicar: el relato del argumento. Guerra y Paz es la historia de varias familias, cuatro para ser precisos, sumergidos en los ires y venires históricos de las Guerras Napoleónicas. En ella se cruzan personajes ficticios (las 4 familias) y reales (Napoleón, el Emperador Ruso Alejandro I, el general Kútuzov, etc.). La invasión de Napoleón a Rusia determina en gran parte la vida de estas cuatro familias, las que van tendiendo hilos sociales, entretejiendo una con otra, respirando a un mismo tiempo. Cada uno de sus integrantes posee sus propias motivaciones, ideas y es ignorante sobre otras tantas. Todas estas situaciones van determinando su actuar y su desarrollo psicológico. Parten desde un status quo bien definido, desde el cual van creciendo y desarrollándose hasta llegar a un destino que difícilmente hubiesen podido advertir. Dentro de ese trayecto deben irse adaptando, aprendiendo y sufriendo. Es al tiempo una historia enorme en detalles y personajes, así como también un reflejo de la sociedad rusa de la época, de la vida de los salones, sobre sus pensamientos en relación a los acontecimientos políticos y su evolución, de los matrimonios arreglados. Una crítica a las motivaciones de sus hombres, de sus actos pequeños, de sus relaciones. Todo ello retratado con el arte de un pintor sobre una tela.
Todo lo anterior es, a muy grandes rasgos, Guerra y Paz. No es lo uno ni lo otro por sí mismo, sino que una composición genial de ambos relatos, de ambas historias, donde una se colige con la otra para ir enmarañándose más, o abriéndose más.
Para terminar, haré unos últimos comentarios, más bien de carácter anexos a la novela:
“Muchas cosas sabe la zorra, pero el erizo sabe una sola, y grande”.
“Una abeja está libando en una flor y pica a un niño; el niño teme a las abejas y cree que su objetivo es picar a la gente. El poeta admira a la abeja que se posa en el cáliz de la flor y asegura que el objetivo del insecto es extraer el aroma de las flores. El apicultor que ha observado que la abeja recoge el polen y el dulce jugo de las flores y los traslada a la colmena dice que el objetivo de la abeja es elaborar la miel. Otro apicultor, que ha estudiado más de cerca la vida del enjambre, demuestra que la abeja ha recogido el polen y el néctar para criar a las abejas jóvenes y elegir a la futura reina y que, por tanto, el objetivo de la abeja es la continuación de la especie. El botánico observa que, al volar con el polen de una flor masculina a una femenina, la abeja fecunda a esta última, y ve en ello el papel del insecto; otro, contemplando la migración de las plantas, considera que la abeja contribuye a ello y puede decir que ese es su objetivo. Pero el objetivo último de la abeja no se limita a ninguno de esos fines que el hombre puede descubrir. Cuanto más elevada sea la inteligencia del ser humano que estudia esos objetivos, tanto más evidente se hace que su objetivo final es inaccesible.
El hombre sólo puede observar la concordancia de la vida de las abejas con otros fenómenos de la existencia. Y eso mismo cabe decir con respecto al objetivo de los personajes históricos y de los pueblos”.
pese a las grandes expectativas que me hice antes de leer el libro , he de reconocer que se me hizo soporífero ..