Casa ajena (2025)
María Ignacia C. X. Valdebenito G.
Editorial Ágata Musgo
Páginas 68
Lo doméstico como forma poética en Casa ajena
En Casa ajena, María Ignacia C. X. Valdebenito G. entrelaza la poesía con el arte plástico para levantar una voz única, donde lo íntimo y lo político se funden en el espacio doméstico. Publicado por Ágata Musgo Editora, este libro nace de una reescritura consciente, un retorno a la palabra tras años dedicados a las artes visuales, en los que la autora confiesa haberse alejado del circuito poético. “Fue un poco raro”, dice al reencontrarse con sus textos, “me dio un poco de vergüenza también, siempre creo que hay algo de eso”.
Su obra poética bebe de lo cotidiano, de una memoria corporal anclada en el trabajo y en los oficios. La figura de la madre —una peluquera de barrio— se convierte en eje simbólico del libro, no desde la nostalgia, sino desde la observación cruda y amorosa: “Recuerdo verla con los guantes llenos de tintura, dándonos instrucciones mientras hacía una tintura o gritándonos desde la peluquería: ‘¡Saquen el pollo del horno!’”. Esa mezcla de lo privado y lo expuesto es lo que permite que la poesía se geste en los márgenes, donde “los objetos comunes —como pelos, herramientas o muebles— se cargan de afecto y memoria”.
Valdebenito se mueve entre dos lenguajes: el visual y el verbal. Declara sin rodeos que “el arte plástico es profundamente poético”, y eso se traduce en su método: parte desde una “fijación —un material, una acción, un concepto, un estado— y desde ahí lo voy transformando”. De ahí que su poesía esté atravesada por materiales como el pelo, el amoníaco, la ropa usada y el lenguaje de los manuales: cocina, costura, economía doméstica. La autora revela que incluso se inspiró en un antiguo manual de cocina: “para que el sartén quede bien sin Cif…”.
La estructura del libro también da cuenta de esta hibridez formal. Muchos poemas comienzan en verso, pero luego se abren a la prosa, una decisión que le permitió a la autora tensionar el registro objetivista inicial y añadir “una especie de bajada en prosa, un punto de fuga. No son conclusiones cerradas, sino pensamientos que se abren, más filosóficos, más libres”.
Casa ajena es una apuesta valiente por desjerarquizar lo doméstico, lo femenino y lo cotidiano. Desde el cruce entre lo conceptual y lo manual, entre el gesto y la palabra, María Ignacia Valdebenito construye una poesía que no teme decir “esto también importa”: la peluquería del living, los guantes manchados, la olla con pollo, la infancia expuesta. Una poesía que, como ella misma dice, surge del “tiempo impreciso” de los afectos y de la memoria, pero también de la decisión radical de sentarse a escribir.
