Mausoleos en el Desierto (2024)
Ignacio Fritz
PAN Editorial
188 págs.
Identidad irreductible
por Javier Edwards Renard
Ignacio Fritz es de esos escritores que ha decidido transitar el camino de los autores que no transan su propia manera de decir y contar, que no pretender complacer los cánones de la escritura que gusta a las editoriales masivas, fieles a los análisis de eficiencia de mercado. Y así, se ha convertido en un narrador con perfil propio que cuenta como quiere contar, contentándose con la edición posible y gozando de la libertad que ello permite: en el fondo y en la forma.
La obra de Fritz no es extensa, pero sabemos que la extensión o el número de publicaciones no es garantía de calidad o interés literario. Y es que escribir es complejo, árido, difícil, solitario y lleno de barreras de entrada: las comerciales y la de un espacio en el que el universo de los lectores se vuelve cada vez más esquivo o reacio a las lecturas que exigen algún grado de esfuerzo. A su manera, por sus tics formales, por sus opciones temáticas, la obra de este escritor pareciera estar destinada a esos grupos minoritarios que han hecho de sus textos una suerte de culto: qué dirá, por qué, cómo y para qué.
Autor de los cuentos reunidos en Esquizoides (2002, reeditados el 2019), de la novela negra Terrorismo marxista (2023), ahora llega con una nueva novela breve, bajo el título Mausoleos en el Desierto. Bajo los recursos del relato noir y usando sus preferencias de estilo, Fritz construye un relato que funciona en distintos niveles. Por una parte está la anécdota de sus personajes —unos detectives de la PDI, la mujer de uno de ellos, una striper o desnudista algo enloquecida o, quizás del todo, un crimen, narco mafias nortinas (parte de la nueva realidad del Chile siglo XXI); por otra, una mirada país a través de esta disección de un espacio específico, microscópico, turbio, lleno de realidades y negaciones, un Chile local y universal, que difícilmente puede gustar, en su brusca tosquedad y, finalmente, el uso del lenguaje y la forma como una manera de generar luces y sombras sobre lo relatado, obligando al lector a elaborar conjeturas, interpretar, tratar de entender lo que el escritor está queriendo decir. Y no es poco, tampoco va de la mano con lo que la tendencia ha decidido que es lo que debe contarse y el cómo debe hacerse.
Drogas, sexo, violencia, sexualidades, seducciones y negaciones destacan en el escenario de ese norte chileno que es aridez, cordillera y sal. Pura dureza y falta de piedad.
El lenguaje de Ignacio Fritz es intencionalmente alambicado, es una manera de adornar y significar. La realidad es más compleja que lo que pretendemos y las formas habituales con que la frivolidad quiere normalizarlo todo. La mayoría de las veces funciona, en otros, el barroquismo bloquea el flujo de la lectura y obliga a detenerse en las palabras desviando la atención sobre el fondo. En este sentido, creo que el autor debe tener cuidado en el uso de sus trucos, porque por momentos el engolosinamiento con el lenguaje puede matar la fluidez de la historia.
Y en la forma, la novela tiene sus ritos también irrenunciables. Cada capítulo, o casi todos, comienzan con la frase “Lo venidero parecerá una pena draconiana”, terminando con párrafo enmarcado por el título en negrita “DEAD TIME” diciendo por ejemplo “en la pampa espíritus palabra seducción oída navajazo silencio” o “la muerte conjugada como puñal atravesando orgullo honor hombría los cuerpos tendidos sin signos vitales con grieta en la cabezacristales masa encefálica restos óseos”, así con plena libertad en el decir, como un corolario de lo que está ocurriendo en esta historia de corrupciones. Más la intercalación de textos en bold, en mayúsculas, como pistas de significado, como juegos para darle al relato un ritmo y una forma. Más latinazgos y palabras en inglés, francés, barroquismo propio de un estilo que cumple su propósito, y a veces no, o es una cuestión simplemente de gustos.
No hay duda, Fritz es un escritor que tiene un imaginario para contar. Es un mérito el que sus textos tengan un espacio en las editoriales independientes y que sus lectores conformen un grupo de seguidores ávidos por sorprenderse con sus historias y la forma en que las narra. Es un hecho que —bajo el actual estado de cosas en literatura y mercado— la palabra del autor parece obligada a residir en un espacio excepcional y limitado. Me gustan las lecturas que desafían y Mausoleos en el Desierto, lo hace a cabalidad. Me gusta poder discutir, en soliloquio y mientras leo, con las opciones del autor al escribir, algo que me resulta inevitable con Fritz.
Por último, quedan dos dudas: cómo sería un relato de Fritz en el que éste decidera renunciar a algunos de sus tics narrativos, es complejo cuando la obra de un autor le da tanta importancia a la forma que el fondo se vuelve secundario; y, por sobre todo, qué pasaría si una editorial de amplio tiraje, una Alfaguara, una Random House, Planeta, tuvieran un editor con la libertad suficiente para apostar por uno de estos textos y publicarlo a gran escala —como lo hacen con muchas y aburridamente simplonas novelas— usando esos espacios que suelen disponer en la grandes librerías.