Antes del fin (Ernesto Sabato)


Reseña remitida por:
Joaquín Pérez A.
Antes del fin (1998)
Editorial Seix Barral
ISBN: 9788432207662
Ernesto Sabato (1911 – 2011)
176 páginas
Precio referencial: $3900

Me dicen: “Tiene el deber de terminarlo (este libro), la gente joven está desesperanzada, ansiosa y cree en usted; no puede defraudarlos”. Me pregunto si merezco esa confianza, tengo graves defectos que ellos no conocen, trato de expresarlo de la manera más delicada, para no herirlos a ellos, que necesitan tener fe en algunas personas, en medio de este caos, no sólo en este país sino en el mundo entero.  (pág. 11)
Hace no mucho tiempo escuche decir al escritor chileno Jorge Edwards, a propósito de su primer libro de memorias, que mientras uno más lejos llega en el recuerdo este cada vez se va tornando imaginario y ficticio, por el sencillo hecho de que al no recordar a cabalidad ciertos hechos o momentos (con esto me refiero a que no se recuerda claramente las especificidad o la particularidad del hecho), el escritor tiende a imaginárselo a su propia medida. Por lo tanto, su vida la vuelve una ficción y se convierte él mismo en otro personaje más de su cerebro creador.
            Algo muy similar postula Mario Sabato en el inicio de su documental Ernesto Sabato, mi padre, en el cual dice que —cito de memoria— un escritor crea vidas, muchas veces ajenas, y puede incurrir en la obscenidad (no ocupa esta palabra pero creo que es adecuada) de imaginar su propia vida a la manera en que él la hubiera querido vivir. En este caso, Mario Sabato habla del evento oscuro del nacimiento de su padre, que se supone que habría nacido en una noche de San Juan y que para escapar de la maldición que esta costumbre popular traía, su madre le prohibió profundizar en el tema.
            Y muy similar también a estas ideas, está el guajiro querido Gabriel García Márquez, quien en su libro de memorias Vivir para contarla expresa: “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”. Ciertamente que ese “cómo la recuerda para contarla” está cargado de un elemento narrativo, ficcional, que se superpone la gran mayoría de las veces a la vida misma. Y si uno revisa, aunque sea el primer capítulo de este libro de memorias, verá que Vivir para contarla es una autobiografía escrita como si fuera novela, en donde el personaje principal es el Gabo y las aventuras de este son prácticamente sus recuerdos matizados por el elemento estético de la literatura (y del realismo mágico, por qué no decirlo).

            Por lo tanto, tenemos que grandes escritores han matizado su vida con la ficción, volviéndola a esta un capítulo más de su último libro imaginario y mental. Sin embargo, al leer las memorias de Ernesto Sabato, Antes del fin, tenemos que los recuerdos en este caso están compensados con dos aspectos: uno, con la fuerte emocionalidad que genera al escritor recordar ciertos eventos, por muy trágicos que estos puedan haber sido y, dos, que estos recuerdos tienen una misión potencial de acción, o sea, no es solo recordar por recordar para enaltecer el ego del escritor, sino que en este caso es realizar una síntesis de los grandes dilemas por los que el autor ha pasado para que los que se conviertan en lectores, asuman una posición “beligerante” (a esta hora, las palabras cobran vida propia) ante una situación que no ha tenido reparo. Es quizás la explicación que me doy yo mismo para explicarme el por qué Sabato hubiera escrito un libro de memorias cuando él mismo dice —en el documental creado por su hijo— que aquellos libros les parecían aburridos.
            No tan solo sería un recuerdo, sino que es más bien una incitación a la acción, a la toma de conciencia acerca del mundo en que nos situamos. Además, esto explicaría que Sabato repita, una vez más, sus tesis ya conocidas en sus anteriores libros. Por lo tanto no estamos ante un libro de memorias vulgar y corriente, este fue construido, roto y quemado a veces con una intención clara.
Incluso puede ser comprensible que este libro tenga un fin distinto al de ser unas comunes memorias de un escritor renombrado, ya que el verdadero mensaje no está ciento por ciento explícito sino que subyace a la narración. Que el autor ocupe su misma vida para ejemplificar es un hecho aun más obvio: es la vida más cercana que tiene, resulta lógico por tanto que se ocupe a sí mismo para graficar sus dilemas. Además, su libro termina con un epílogo que se titula “Pacto entre derrotados”, en donde habla directamente con el lector y los motiva a ser fuertes ante el peligro del mundo:

 

Te hablo a vos, y a través de vos a los chicos que me escriben o me paran por la calle, también a los que me miran desde otras mesas en algún café, que intentan acercarse a mí y no se atreven.
No quiero morirme sin decirles estas palabras.
Tengo fe en ustedes. Les he escrito hechos muy duros, durante largo tiempo no sabía si volverles a hablar de lo que está pasando en el mundo. El peligro en que nos encontramos todos los hombres, ricos y pobres.
(…)
No podemos hundirnos en la depresión, porque es de alguna manera, un lujo que no pueden darse los padres de los chiquitos que se mueren de hambre. Y no es posible que nos encerremos cada vez con más seguridad en nuestros hogares.
Tenemos que abrirnos al mundo. No considerar que el desastre está afuera, sino que arde como una fogata en el propio comedor de nuestras casas. Es la vida y nuestra tierra las que están en peligro. (pág. 163)
 Por otro lado, y como ya lo habíamos anunciado, está la obra emocional, que se presenta cuantitativamente muchos más que la parte anteriormente nombrada. En esta, el autor se encarga de recordar hecho de su vida que tienen directa relación con las ideas que el propagó en sus geniales ensayos. Por ejemplo, tomemos el caso de la educación, un aspecto relevante en la historia de vida del autor ya que este además de ser, obvio, estudiante escolar primario y secundario, también fue estudiante superior hasta conseguir el grado académico de doctor, y luego fue profesor en la misma área en la que se doctoró. Pero más importante aun, tenemos el recuerdo de dos profesores importantísimos en su vida: la negra Osan y el humanista dominicano Pedro Henríquez Ureña. Ambos, que fueron personas capitales en su vida, sirven de ejemplo para retratar la fuerte emoción que siente Sabato al momento de recordarlos, en especial el cariño que expresa hacia sus profesores y el respeto que no deja de perderles. Bajo esta mirada emocional está la visión del Sabato concreto, aquel que motivó hacia la mirada de las cosas en su sentido peculiar, particular y no general, no en un sentido cosificante, mucho menos en lo que respecta a personas.

Junto a Mercedes Sosa
 Los aspectos son de suma y sigue. Desde sus orígenes en la ciencia, su crisis con ella, su amor por Matilde, sus hijos y sus nietos, su preocupación por la educación en la Argentina, su visión acerca de los totalitarismos, la cosificación del mundo, el amor, los hombres, las cosas, etc. Todas ellas marcada por tono emocional y racional que conjugan un relato verdadero, potente y certero.
Quizás no exista en el mercado editorial en español una mejor manera para introducirse a estos temas, a veces tan ásperos de aprehender, pero merecedores de toda nuestra atención. 
Lo que leímos

Publicado por el equipo de Loqueleímos.com

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