El Túnel (Ernesto Sabato)


Reseña remitida por: 
Joaquín Pérez A.
El Túnel (1948)
Editorial Cátedra

ISBN 9788437625386

Ernesto Sabato (1911 – 2011)

165 páginas
Precio referencial: $10.100
“…en todo caso, había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío”
            Antes de partir esta reseña debo advertir ciertas cosas. Primero, es preciso señalar mi absoluta devoción con el autor que a continuación voy reseñar, por lo que quizás mi grado de objetividad (si es que acaso existe según el posicionamiento epistemológico que usted desee) no sea el más apropiado para escribir sobre una obra tan fundamental como la que tengo en mis manos. Así como fundamental, (Segundo), en Lo que leímos aún nadie ha osado reseñar el libro El túnel, por lo que no podía perder la oportunidad de escribir sobre una de las obras que más me marcó durante mi adolescencia y que, todavía, no deja de impresionar por su dureza, su apasionada escritura y su brillante poder de lógica. Si a usted le parece mala esta reseña, lo más seguro es que le encuentre toda la razón, y no me sorprendería que existieran más personas como usted; a pesar de eso, mi espíritu pedagógico no puede permitir no entregar una reseña que ilumine las mentes oscuras aun de un libro tan notable como El túnel. Es una misión suicida, pero solo quizás después de cien releídas del libro podría uno acercarse a la médula de la obra.
            El túnel es la obra más contraproducente para la vida de un adolescente que comienza recién a vivir los aspectos reales de la vida: el amor, el desamor, la madurez, el desligamiento maternal, etc. A pesar de eso, los liceos insisten en hacer leer esta magna obra a sus futuros contribuyentes sin incluir como anexo un apoyo psicológico profundo que permita poder re-encantarse de la vida, del amor y de otros poderes supracorporales propios del hombre. Para esta ocasión, el libro lo he leído por quinta vez y aun así no logro aceptar que un joven de aquella edad pueda entender tanto la magnitud de los debates que genera Juan Pablo Castel, pintor protagonista de la obra, acerca del mundo, de los críticos de pintura y de la vida en su crónica. Ni mucho menos debe entenderse la importancia de esta obra dentro del escenario latinoamericano y mundial porque, simplemente, su lectura no va acompañada de un análisis en conjunto con el profesor de turno. Por lo tanto, es una obra que está bastante menospreciada por la mayoría, ninguneada en ocasiones según algunas conversaciones con algunos insensatos que parecieran ser mas paranoicos que el propio Castel, y poco valorada en su totalidad.
            Como ya se anticipó, Juan Pablo Castel es el protagonista de esta obra: un pintor bastante especial que está encarcelado por un crimen que cometió en contra de una mujer, María, a la cual amó a tal punto que terminó por odiarla en su máxima expresión. Es una narración que está hecha en primera persona ya que se trata de una crónica que el propio personaje principal realiza acerca de su crimen, intentando con esto explicar las motivaciones que lo llevaron a matar a María. Es por esto que la totalidad del relato está construido principalmente desde la psicología depresiva, paranoica, obsesiva y sensible de Castel, sin tener quizás un acercamiento real a la personalidad de María, que resulta ser un personaje en ocasiones pérfido y malévolo, a pesar de que no mató a nadie —siguiendo el convencimiento que suscita Castel—. Existen además otros personajes secundarios que son parientes de María y que tienen la función de reflejar sus actitudes, ya que son la lupa a través de la cual Castel se sirve para sacar sus conclusiones sobre su María.
            Pero más allá del drama y sus personajes, El túnel ya contiene toda una visión del Ernesto Sabato metafísico, aquel hombre que se separó del mundo de las ciencias para ubicarse en el campo literario, o más bien en la dimensión espiritual del hombre, para ahondar en la crisis de su tiempo. Esta crisis es la que ha venido combatiendo a través de sus libros de ensayos y novelas (además de conferencias y actos varios), y en la presente obra ya se presentan ciertos elementos que constituyen su mirada del hombre, del mundo y de la humanidad en general. Un ejemplo claro es la soledad del personaje Castel, el cual ante la soledad total en la que se encontraba mostró, como él mismo dice, una ventana hacia su propio túnel para encontrar, desesperadamente, quien lograra ocupar un espacio conmutable a su propio espacio. ¿Qué es —sino— el crimen cometido por Castel una frustración ante la imposibilidad de él, como representante simbólico de la humanidad, de haber conectado un puente entre el yo con los otros? Si a María, antes de estocarla, le confesó: “Tengo que matarte, María. Me has dejado solo.” (pág. 163).
           

Pero ¿de qué soledad estaría hablándonos Sabato a través de Juan Pablo Castel? Hasta donde he podido investigar, y esto lo digo desde un punto de vista literario, la soledad de Castel se traduce en una soledad infantil, en la cual busca un regreso hacia la infancia perdida y anhelada. Y esa infancia la encuentra a través de una figura materna, la cual responde a esta búsqueda desesperada y angustiosa del protagonista por medio de la ventanita del cuadro de Castel. Desde un punto de vista histórico-social, la soledad es símbolo del estado del hombre en aquella época, un hombre que ya no vive con los otros hombres sino que sobrevive introducido en un mundo de máquinas, tecnologizado, que ha mermado la vida en comunidad y que ha introvertido la personalidad de las humanos. El interés ya no está en los valores espirituales propios del hombre, sino que la vida del ser humano está ahora girando hacia la tecnolatría. Por lo tanto, un pintor, que revitaliza los valores del espíritu, siente una lejanía con el mundo tecnólatra. En cierta medida no lo entiende y, por lo tanto, busca construir un puente entre su mundo y el de los demás; o según palabras del propio Castel, busca perdidamente entrelazar los otros túneles con el propio.
            Dependiendo de la mirada con la que se vea, la soledad del hombre es la base de la novela. Y para encontrar el complemento, el autor se basa en una estructura propia de la novela policial, contada como una crónica, o como una confesión. Pero también puede resultar que la obra pueda ser absolutamente contraria a la novela policial, ya que, de entrada, el autor intenta alejarse de ese método literario al decir que…
Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne (…) (pág. 61).
…por lo tanto, no existe misterio que resolver ni caso que investigar.
            Por último, queda por señalar el aspecto de la novela psicológica dentro de esta obra y su ligazón evidente con el principal exponente de la novela psicológica, Fiódor Dostoievsky. Basta con leer los dos primeros capítulos de El túnel para darse cuenta de la actitud dramática del protagonista y de su paranoia constante en todos sus análisis sobre absolutamente todo lo que le acontece. Además, cada análisis está siempre cargado de una lógica elemental, muy propia de las ciencias físico-matemáticas a las que fue devoto por muchos años el propio Sabato. Y todo esto lo reconoce el mismo Sabato al considerar al escritor ruso Dostoievsky como su principal novelista.
            No queda más que invitar a cada persona a (re)leer esta obra por ser una cumbre de la literatura mundial. A fascinarse por la misión esperanzadora que abanderó Ernesto Sabato en su vida y sus obras, que mal que mal es una misión titánica por recuperar los valores del espíritu que nos hacen mejores personas, que nos reconocen como parte de un mundo habitado por personas que sienten, que viven y que deben entre ellos entregarse a las bondades supremas del espíritu.
             
Lo que leímos

Publicado por el equipo de Loqueleímos.com

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